Los nervios dejan paso a la euforia tras victoria de Egipto sobre Marruecos
EFE / El Tiempo de MonclovaEs difícil ver un partido de fútbol en el centro de El Cairo, donde el Gobierno intenta evitar las aglomeraciones.
El Cairo.- La euforia tras el pitido final de la prórroga ha hecho olvidar los nervios vividos durante el encuentro entre Egipto y Marruecos, en un partido que los cairotas han vivido intercalando las uñas y los cigarros en la boca por la tensión.
Abdalá, de 19 años, ha vivido la victoria de Egipto que le clasifica para semifinales de la Copa de África con una tensión que asegura no haber experimentado nunca antes.
"Estaba al borde de los nervios, he celebrado cada pelota fuera de peligro de nuestra área como si fuera un gol", dice a Efe al final del encuentro.
Él y sus amigos han celebrado la victoria "como nunca", rodeados de cientos de aficionados que se han agolpado en una cafetería alejada del centro de El Cairo, donde el fútbol ha sido vetado en los últimos años y, sobre todo en esta ocasión, coincidiendo con el aniversario de la revuelta popular de 2011.
En las inmediaciones de la plaza Tahrir, el epicentro de la revolución que derrocó al régimen del presidente Hosni Mubarak, las cafeterías populares donde habitualmente los egipcios se congregan para ver el fútbol, estaban cerradas, custodiadas por policías que merodeaban por la zona.
Es difícil ver un partido de fútbol en el centro de El Cairo, donde el Gobierno intenta evitar las aglomeraciones, y para encontrar un lugar donde lo retransmitan no sirve escuchar los gritos, sino seguir el olor a té y a tabaco.
Tan solo algunas cafeterías con terraza, lejos de las principales arterias, acogieron este domingo a decenas de aficionados que, sin alzar mucho la voz, animaban a su selección en este determinante y complicado choque.
Otros se refugiaron en tiendas de electrónica, en cuyos televisores se podía ver el partido. Eso sí, con las persianas medio bajadas.
Sin embargo, en el cercano barrio de Mounira, más popular y menos vigilado que el área que rodea la plaza Tahrir, la estampa es completamente diferente.
Aplausos, gritos, nervios e incluso petardos para animar a su combinado a 3,500 kilómetros de distancia.
Cada córner, cada buena jugada, el gol del empate de Mohamed Salah y el de la victoria en el minuto 100 de Trezeguet: todo era motivo de gritos, aplausos y abrazos. Pero también de lamentos e insultos al ver la falta de garra de su equipo.
Ihab, de 25 años, asegura a Efe que ha tenido que contenerse para no perder la cabeza en un partido "cargado de tensión".
Los egipcios han ahogado sus nervios fumando cachimbas, a pesar de que las autoridades prohibieran su consumo en lugares públicos a raíz de la pandemia de COVID-19.
Y a pesar de las restricciones a la libertad de expresión y de asamblea, a pocos kilómetros del centro de El Cairo aún se respira emoción porque, ahí, el fútbol no respeta las normas.
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