La razón por la que no nos han visitado extraterrestres puede ser muy simple: nuestro Sol no es interesante

La razón por la que no nos han visitado extraterrestres puede ser muy simple: nuestro Sol no es interesante
AGENCIAS / EL TIEMPO

Desde que el físico Enrico Fermi planteó por primera vez la paradoja que lleva su nombre hace ya más de medio siglo, multitud de científicos han tratado de buscar una respuesta. ¿Por qué no hemos encontrado la más mínima evidencias de civilizaciones extraterrestres si la probabilidad de que existen es tan alta? Un nuevo estudio ahonda en un detalle que no se había tenido en cuenta hasta ahora: el tipo de estrella.

El documento, publicado en en The Astronomical Journal, explica que hasta ahora, la hipótesis sobre la expansión de una civilización extraterrestre tecnológicamente avanzada se había construido sobre el supuesto de una expansión uniforme. En otras palabras, que una civilización salta de su sistema solar al sistema solar más cercano, y de ahí al siguiente y al siguiente. La cuestión que plantean Jacob Haqq-Misra y Thomas J. Fauchez es: ¿Y si no todas las estrellas fueran igual de interesantes desde el punto de vista de la colonización?

La ecuación de Drake trata de calcular qué número de civilizaciones podría haber en nuestra galaxia atendiendo al ratio de formación de estrellas, a cuántas de esas estrellas albergan planetas a su alrededor, y cuántos de esos planetas podrían estar en zona habitable. Finalmente trata de estimar cuántos de esos planetas habitables podrían desarrollar vida, cuántas de esas formas de vida podrían desarrollar tecnología, y finalmente ser lo bastante avanzadas como para dar muestras de su presencia fuera de su propio sistema solar.

Los cálculos de la ecuación de Drake dejan fuera estrellas cuya naturaleza las hace poco hopsitalarias como gigantes rojas, pero dentro de las que sí podrían albergar planetas en zona habitable no hace especial distinción entre unas y otras, y los aurtores del estudio creen que esa distinción sí es importante. Concretamente piensan que una hipotética civilización tecnológicamente avanzada buscaría expandirse por estrellas enanas de tipo K o M. ¿Por qué? Pues porque son estrellas mucho más longevas.

Nuestro sol es una estrella de tipo espectral G2 y luminosidad V. Las estrellas tipo K son enanas naranjas y las tipo M son enanas rojas. Ambos tipos son menos luminosos que nuestro Sol, pero aún pueden alberar una generosa zona de habitabilidad, y lo que es más importante: son estrellas estables que duran mucho más tiempo en su secuencia principal. Nuestro Sol tiene alrededor de 4.600 millones de años y se calcula que su secuencia principal aún durará otros 10.000 millones de años. Sin embargo, de poco nos va a servir porque se calcula que en unos mil millones de años nuestra estrella comenzará su expansión y hará que el delicado equilibrio de la Tierra se rompa, dejando el planeta inhabitable. Las estrellas de tipo K, por contra, se mantienen estables durante períodos de entre 25 y 80 mil millones de años.

A los seres humanos nos cuesta pensar en términos de miles de millones de años porque nuestra especie apenas lleva 250.000 años pisando este planeta. Hemos desarrollado la agricultura hace solo 10.000 años y hemos empezado a visitar el espacio hace sólo décadas. Sin embargo, imaginemos una civilización que ha logrado sobrevivir y evolucionar durante más de un millón de años o más, y que probablemente quiere seguir haciéndolo. Para una especie así, la estabilidad de un sistema solar a largo plazo es un factor a considerar, sobre todo teniendo en cuenta que los viajes interestelares llevan mucho tiempo incluso aunque se disponga de esa tecnología. Además, las estrellas que permanecen estables más tiempo tienen más posibilidades de que surja vida en alguno de sus planetas. De hecho, esta no es la primera vez que se mencionan las estrellas de tipo K como el lugar ideal para buscar vida inteligente. Un estudio publicado en enero de 2021 llegaba a exactamente la misma conclusión.

La triste realidad es que nuestro sistema solar, además de estar rodeado de mucho espacio vacío, no es especialmente interesante desde el punto de vista inmobiliario interestelar. Quizá sea una buena noticia después de todo. La cara B de esa moneda es que más nos vale encontrar la manera de expandirnos fuera de este sistema solar si queremos seguir existiendo como especie dentro de miles de millones de años. 

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