Jonathan, 9 años: 'Santa sí existe y va a arreglar mi casa'

La niñez aún tiene esa inocencia, sí la misma que nosotros teníamos cuando éramos pequeños y que añoramos tanto; esa fantasía, con que los pequeñines, tienen la capacidad de cambiar su mundo en algo bello.

No importa el entorno donde vivan, si su casa es un humilde jacalito o sus juguetes son pedazos de trapo y algún bote, ellos en su imaginación crean un reino fantástico donde hacen placentera su vida diaria.

Tal es el caso de Jonathan Emanuel García Martínez, cumplió el pasado 12 de septiembre sus nueve años. Estudia el cuarto año en la Escuela Primaria “Ramiro Cárdenas” de la colonia 21 de Marzo.

Esperanza. Un gesto de ilusión se le dibujó y no dudó en decir: “Sí creo en Santa Claus” mientras su madre, Abigail Martínez, lo miraba con ternura dentro de su jacal hecho a base de lámina, madera y lonas.

“Me he portado muy bien y me gustaría mi primer Laboratorio de juguetes Mi Alegría, me encanta la ciencia y hacer experimentos, quiero hacer el del volcán con vinagre” dijo emocionado a pesar de que la Navidad pasada encontró por la mañana un pequeño reloj de pulso.

Siempre ha sido un niño al que le gusta la escuela, incluso le encanta la clase de español porque en esta leen cuentos.

“Ya leí los cuentos de “Caperucita roja”, “Los tres Cochinitos”, “La Selva Loca”, “Un Abrazo de Oso” y “Franklin va a la escuela”.

Y es que por medio de la lectura él se transporta a esos mundos que por cierto dijo ser admirador de Rocket, el superhéroe mapache de los Guardianes de la Galaxia, así como Batman y Los Vengadores.

Anteriormente vivían en una casa de renta de la colonia Veteranos de la Revolución sin embargo desde hace dos años viven en la casa marcada con el número 1347 de la calle 11, cruce con Juan Carlos Terrazas de la colonia Esperanzas.

Necesidad. Su patio colinda con el arroyo de Monte Viejo. “Ah, también necesitamos lonas y láminas porque gotea agua ¿Verdad mami?” exclamó Jonathan mientras señalaba el techo y las paredes.

Su madre lo describió como un niño que siempre se ha preocupado por su casa al igual que por la escuela.

“Quiero ser paramédico, para andar en las ambulancias y salvar gente” aseguró entusiasmado y tiene también gusto por los dinosaurios “Me encanta saber cuando vivieron y como se extinguieron, me gustan los fósiles” su afición a estos mastodontes es tal que, mostró los que tiene: Un Barney de peluche y un robot.

Su mamá vive la realidad, pero trata que su hijo esté lo mejor posible y vende sus productos, ya que no ha encontrado trabajo debido a que es paciente diabética y en las empresas no la aceptan por esta enfermedad crónica.

“Yo también vendo y meto mi dinero en esta cajita fuerte, solo yo tengo la llave” y mostró una cajita de lámina, pequeña rotulada del hombre Araña. Abigail narró que de vez en cuando le compra una bolsa de paletas o dulces para que los venda, pero de ninguna manera lo manda ella

“El dinero que saca lo guarda en su cajita, a mí me da pendiente que crean que lo pongo a vender”.

Y así es el mundo de Jonathan, quien anhela un juego de química de la marca Mi Alegría y también sueña con un Nintendo Switch.

Trata de ser cada día mejor, ayudar a su madre y mejorar su casa, que aunque sea humilde, él le inyecta esa alegría que le contagia a su madre quien lo mira con ternura. ¿Qué sería del mundo si no existiera la fantasía?

Los niños son una esponjita y en el entorno que se desenvuelvan es como agarran sus modos. Los adultos somos quienes empeoramos siempre las cosas.

Sin embargo si ellos crecen en un ambiente de amor y comprensión, así sea la casa más humilde... ¡El poder de su imaginación hará todo bello! La tecnología los hace crecer prematuramente, pero aún existe la esperanza de un mundo mejor.

A parte de un laboratorio Mi Aegría, Jona también le pidió a Santa láminas y hule para cubrir su casa.

 

Personas interesadas en colaborar con la Navidad de Jonathan pueden comunicarse al número telefónico de periódico El Tiempo 866-634- 44-44 o acudir directamente a las instalaciones.