La oxidación se evidencia cuando la fruta empieza a tornarse de color café.
La manzana es una fruta muy consumida en diferentes horas del día debido a que aporta fibra al organismo y ayuda a gozar de una mejor digestión. También genera sensación de saciedad, lo que resulta beneficioso para el cuerpo, ya que evita la ingesta de más alimentos de los necesarios durante el día.
A pesar de su rápido proceso de oxidación, son muchas más las bondades de la llamada fruta del pecado: “Es rica en pectina, un tipo de fibra soluble que no se absorbe en el intestino. Retiene el agua y se convierte en un gel que actúa como una emulsión que absorbe desechos en el intestino y facilita la eliminación de toxinas” por la vía intestinal, según expertos.
De igual manera, se destacan los ácidos orgánicos únicos de este alimento, “que representan entre el 1 % y el 1,5 % del peso de la manzana. Dichos ácidos producen al metabolizarse un efecto alcalinizante (antiácido) en la sangre y los tejidos, toda que la acidez favorece la inflamación y previene la aparición de enfermedades como el cáncer”.
La manzana también contiene boro, vitamina C, que estimula el sistema inmunológico, además de vitamina E, potasio y fósforo.
Esta fruta, previene el estreñimiento ya que su alto contenido en fibra favorece el tránsito intestinal y ayuda a la digestión de las grasas.
Tiene poder antioxidante y mejora el sistema inmune. Es muy nutritiva, disminuye la fatiga y, por si fuera poco, es buena para la salud de los dientes y las encías. ¡Parece la fruta ideal!
Sin embargo, para nadie es un secreto que tiende a ponerse de color café una vez comienza a consumirse, tal como sucede con el banano, las peras, las fresas o el aguacate. A este cambio químico se le conoce como oxidación.
El proceso ocurre debido a que “el polifenol oxidado desencadena una reacción química que, junto al oxígeno, forma el pigmento marrón”. Dicha capa, al entrar en contacto con el aire, protege a la fruta contra los hongos y las bacterias.
Por eso, cuando la fruta se parte, es mejor consumirla lo antes posible para evitar así que se empiece a oxidar. Pero, si no se logra consumir por completo, para evitar que termine en la de basura, también se sugiere llevarlas al refrigerador.
hay un truco que se utiliza desde hace centenares de años, ya que en aquel tiempo no existían los refrigeradores y se empleaba la sal para conservar los alimentos:
- se necesita disolver en un litro de agua media cucharada de sal, luego se introduce en el recipiente la manzana pelada y/o picada, y por una corta duración de 5 minutos. Pasado este tiempo, se debe lavar con abundante agua, previo al momento de consumirla, se debe introducir en otro recipiente con agua fría y posterior a ello, se debe envolver con papel de cocina o toallas secas para que no esté en contacto con el aire.
- También hay otra forma para evitar la oxidación de la fruta, y es dejando caer sobre la misma, un par de gotas de jugo de limón que duren allí, cinco minutos. después de eso, la fruta debe ser enjuagada con agua normalmente y entonces, llevarse al refrigerador.
