ENCUADRES...Disculpas pontificias

Desde este 24 de julio y hasta el próximo día 29, el Papa Francisco se encuentra en Canadá en lo que representa una ocasión para que la Iglesia pida perdón por los errores del pasado, esta vez tras las torturas y abusos que sufrieron los indígenas de ese país en los internados católicos durante los procesos de asimilación forzada en los siglos XIX y XX.

"Todo esto ha suscitado mi indignación y vergüenza", externó el Sumo Pontífice al recibir el pasado mes de mayo en el Vaticano a representantes de los indígenas canadienses, cuando quiso pedir "perdón a Dios" por "el deplorable comportamiento de hombres de la Iglesia".

Francisco anunció en ese entonces que visitaría Canadá en el que denominó "un viaje penitencial", como habían pedido los pueblos originarios para que el Papa pidiese perdón personalmente en los territorios donde se cometieron las vejaciones y abusos durante décadas en un “genocidio cultural”, según lo determinó la Comisión de la Verdad y Reconciliación.

Sin embargo, aunque los representantes indígenas que visitaron el Vaticano se mostraron conmovidos por las palabras de Francisco, en general las poblaciones originarias advirtieron que esperan mucho más que una frase de perdón en esta visita.

En declaraciones a medios canadienses, Phil Fontaine, quien fuera jefe nacional de la Asamblea de las Primeras Naciones, consideró que el Papa Francisco "debería ampliar sus disculpas por lo sucedido en los internados" y que el perdón "no es el final de la historia, solo el comienzo".

"Todavía tenemos mucho trabajo por hacer para sanar el pasado y lograr una verdadera reconciliación. De lo contrario, la historia nunca termina", dijo Fontaine.

Esta escena, trajo a mi mente la ocurrida durante septiembre de 2021 con México, país nuestro que a solicitud del presidente Andrés Manuel López Obrador, también exigió allanar el camino con una disculpa del “sucesor de Pedro” por los abusos cometidos durante la Conquista.

En aquel entonces, en plena tensión diplomática con el también jefe de Estado del Vaticano, éste envió un mensaje a México con motivo de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia, que aunque algunos jerarcas religiosos, políticos y medios, consideraron una disculpa, realmente no lo fue, al menos en la forma.
A través de la misiva leída por el arzobispo de Monterrey, Monseñor Rogelio Cabrera López, el Papa refirió que sus antecesores y él mismo ya habían pedido perdón por “los pecados, acciones y omisiones de la Iglesia que no contribuyeron a la evangelización”, y aclaró que “no evocamos los dolores del pasado para quedarnos ahí, sino para aprender de ellos y seguir dando pasos en vistas a sanar las heridas, a cultivar un diálogo abierto y respetuoso entre las diferencias y a construir la tan anhelada fraternidad”.
Es cierto que el papado de Francisco se ha distinguido por su toque más humanamente cercano, misericordioso y empático con las comunidades, como lo es el hecho reconocible que tal vez sin direcciones precisas, pero sí ha expresado su pesar por las acciones desviadas al catolicismo.
No obstante, tampoco puede negarse que una disculpa, aunque sea pontificia, puede significar una puerta cerrada, pero para abrir una nueva, hay mucho camino por recorrer. Ojalá el Papa Francisco no tenga reparo en así llevarlo. ¿O usted qué opina?

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