El uso de la mascarilla facial ha provocado una dependencia a ciertas personas, provocándoles un problema psicológico.
Cuando la pandemia dio inicio provocada por el virus de COVID-19, una de las herramientas indispensables para protegerse diariamente fue el cubrebocas. Sin embargo, por la disminución de contagios y los avances que se han tenido en la vacunación, algunos estados ya han optado por eliminar el uso de este instrumento tanto en espacios públicos como en los cerrados.
Esto ha provocado un problema que afecta a diversas personas, el cual está considerado como el “síndrome de la cara vacía”, pues el dejar de usar el cubrebocas puede provocar síntomas de ansiedad social y timidez de volver a mostrar ella cara al público después de tanto tiempo de haberla traído cubierta.
Inseguridad. Darío Medina, psicólogo, comentó que es real que el cubrebocas ha causado una fobia por la sensación de inseguridad o incomodidad que se genera al dejar el rostro descubierto, pero también puede ser causado por un temor a contagiarse.
Recomendaciones. Señaló que este miedo se puede presentar con mayor frecuencia en los jóvenes, a causa de su etapa de desarrollo personal y físico. El dejar de utilizar la mascarilla puede producir inseguridad, dañar el autoestima, causar complejos y dificultades para socializar.
Recomendó no forzar a las personas a dejar de usar las mascarillas, ya que es cuestión de tiempo el que puedan identificar sus emociones, poner atención en ellas y con esto lograr que los afectados tengan más confianza y seguridad en su persona.
Adaptación. Se considera que el proceso de adaptación a la vida sin mascarillas faciales es de poco en poco y dependerá de cada persona y lo correcto es ir quitando el uso de cubrebocas paulatinamente. En el momento en que dicho acontecimiento de ir retirando la mascarilla poco a poco ocurras, la población sentirá una gran liberación al no portar dicha herramienta.
