Don Toño, lleva 40 años en el oficio de escobero
Francisco García / El Tiempo de MonclovaEn el año 2000 contaba con cuatro trabajadores y producían entre 400 y 500 docenas de escobas en un promedio de 10 días.
Con más de 40 años elaborando escobas y trapeadores, don Juan Antonio Suárez Coronado de 70 años de edad dijo que, hace 20 años colocaba por semana hasta 500 docenas en diferentes regiones. Hoy si acaso 10.
El Tiempo, fue al encuentro de don Toño, con domicilio en el ejido primero de mayo, municipio de Escobedo, Coahuila. Su taller es un tejaban sobre la orilla de la carretera federal 57. Está construido a base de láminas, madera, hules y todo lo que pueda tapar las parades y el techo que por las noches se ven las estrellas y por el día entran los rayos del sol. La lluvia y el frío también.
Con solo un empleado que prefirió salirse para no ser fotografiado o abordado cuando ingresó el reportero. Don Toño cuenta que, el material para elaborar las escobas y trapeadores proviene del municipio de Cadereyta, Nuevo León como son los palos, la espiga, alambre y el pabilo (algodón torcido ligero).
Espiga. “Elaboramos escobas mediana y grande. Su precio oscila entre los 30 y 40 pesos por mayoreo". “Si es buena o mala la escoba se distingue por la espiga. Aquí pura calidad”. Agrega don Toño en una amena plática con El Tiempo.
Señaló que, su producto lo comercializa con algunos distribuidores de Monclova, negocios, o por su cuenta en el taller que no tiene nombre, pero que ya la gente lo conoce justo a un lado de la única gasolinera que existe en el ejido primero de mayo. Al norte de Monclova.
Su principal equipo para la elaboración de escobas lo integra una ‘vieja’ forjadora y guillotina.
“En el año 2000 contaba con cuatro trabajadores y producíamos entre 400 y 500 docenas de escobas en 10 días promedio mismas que utilizaban las maquiladoras de Piedras Negras. Pero todo ese se acabó cuando cerraron las fábricas”. Recuerda don Toño.
"Ojalá y se acabe esta enfermedad del COVID-19 para poder ofrecer mi producto. Si a alguien le interesa comprarme escobas o trapeadores estoy en la mejor disposición. De esto me he mantenido toda la vida y aquí le voy a seguir". Señaló.
Siembra. Lamentó que la espiga para la producción la tenga que comprar en Cadereyta, Nuevo León. “Aquí en el ejido ya nadie quiere sembrar la espiga. Ya se olvidaron del campo por lo difícil que está la situación. El 80 por ciento la compro, el resto la siembro en ocasiones por la falta de tiempo o no hay agua suficiente”.
Cuenta que en sus producciones hace 20 años elaboraban escobas para niñas muy cortitas que en el mercado tenían un precio de 10 pesos. “Las buscaban mucho los trabajadores de petróleos para limpiar parte del equipo”.
Muy difícil. Actualmente y a casi dos años de la pandemia. “La cosa se puso bien difícil. Apenas saca uno para medio comer y pues que más haces, nomás que aguantar y aguantar. Mientras tengamos salud hay no la llevamos”. Concluyó Juan Antonio Suárez Coronado.
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