Al mismo tiempo que llega el clima frío a algunas regiones de México, llega el festejo de la Nochebuena y la Navidad.
Los motivos católicos, como los nacimientos y la corona de adviento, son clave en estas festividades. Sin embargo, aunque el tradicional árbol de Navidad es algo que acompaña las fiestas decembrinas, no todos conocen su origen.
Antes de la época del cristianismo, existía la creencia de que algunos árboles permanecían verdes y resistentes aún con las adversidades que el invierno trae consigo. Algunos registros históricos develan que en algunas partes del mundo se colgaban ramas y hojas de estos árboles para ahuyentar a espíritus malignos y a las enfermedades.
El árbol de Navidad, tal y como lo conocemos hoy, tuvo su origen en Alemania, en el siglo XVI; fuentes históricas apuntan que todo comenzó como una representación que el pueblo de este país hacía del “árbol del paraíso”. Esta tradición se desarrollaba el 24 de diciembre, fecha que se dedica al recuerdo de Adán y Eva.
En un primer momento, en la planta conmemorativa, se colgaban obleas, signo cristiano de la redención. Posteriormente, éstas fueron sustituidas por galletas de diversas formas.
En el mismo lugar donde se instalaba el árbol, los alemanes disponían de un espacio para colocar la “pirámide de Navidad”, elemento que se era triangular, hecho de madera, que contaba con estantes en los cuales se ponían hojas, velas, figuras navideñas y una estrella. Llevar todos esos adornos al árbol fue lo que dio origen al famoso ícono de la Navidad.
En el siglo XVIII, la tradición ya estaba bien extendida entre los alemanes. Un paso importante hacia la difusión del árbol de Navidad fue cuando éste llegó a Inglaterra, evento que ocurrió gracias a la reina Carlota, princesa de un ducado alemán que se casó con el rey Jorge III. De esta forma, el adorno navideño llegó a la casa real de Inglaterra.
Fue a partir de 1848 que se hizo popularmente famoso y llegó a otras partes del mundo.
