Hoy por hoy hay muchos adictos.
La metanfetamina es un estimulante poderoso y sumamente adictivo que afecta el sistema nervioso central y es mejor conocida como “Cristal”, droga que se encuentra entre las más consumidas en Coahuila.
Su apodo se deriva a su aspecto de fragmentos de vidrio o piedras blancoazuladas brillantes y su estructura química es similar a la de la anfetamina, un fármaco que se usa para tratar el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y la narcolepsia, un trastorno del sueño.
El “Cristal” de acuerdo a expertos en la materia se puede fumar, ingerir, aspirar e inyectar (el polvo se disuelve previamente en agua o alcohol), y de cualquier forma que se consuma es altamente adictiva.
Lo anterior debido a que, dado que el colocón o "high" de la droga empieza y termina rápidamente, las personas a menudo toman dosis repetidas en una modalidad de "exceso y derrumbe".
Adicción. En algunos casos, el consumo se hace en una modalidad de exceso conocida como "corrida", en la que la persona no come ni duerme pero consume la droga cada pocas horas durante varios días.
De acuerdo al Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas la metanfetamina aumenta la cantidad de dopamina en el cerebro, una sustancia química natural que participa en el movimiento corporal, la motivación y el refuerzo de las conductas que producen satisfacción.
Agregando que la capacidad de la droga de elevar con rapidez el nivel de dopamina en las áreas de recompensa del cerebro refuerza grandemente el comportamiento de consumir la droga y hace que la persona quiera repetir la experiencia y es ahí cuando empieza la adicción.
Consecuencias. El consumo de incluso pequeñas cantidades de “Cristal” puede producir muchos de los efectos de salud que producen otros estimulantes, tales como la cocaína o las anfetaminas. Entre ellos se cuentan: pérdida excesiva de peso, respiración rápida ritmo cardíaco rápido o irregular presión arterial, temperatura corporal elevadas, adicción, problemas dentales graves, comezón intensa que lleva a lesiones en la piel producidas al rascarse, ansiedad, cambios en la estructura y el funcionamiento del cerebro, pérdida de la memoria, problemas para dormir, comportamiento violento, psicosis, paranoia, alucinaciones, actividad motriz repetitiva, mayor distracción, pérdida de memoria, déficits en el pensamiento y en las destrezas motrices, incluso en algunos casos hasta la muerte.
