¡Al pesebre… fieras! Cosas impresas
Jorge Martínez
Hay cosas que siempre debemos tener impresas. Un acta de nacimiento, algunos recibos de pago para comprobar -absurdamente- que se hicieron, documentos notariales y oficiales que por su naturaleza, se deben tener a buen resguardo en nuestro hogar o en algún otro lugar que consideremos seguro.
Hasta hace pocos años, casi cualquier cosa se imprimía, tareas escolares, oficios, memorandos y circulares internos de trabajo, las cartas, hasta las listas de compra.
En el caso de la facturación en México y ahí para bien, desde hace varios años la representación (pdf y a su vez una hoja impresa) es válida, pero lo que realmente cuenta es el archivo XML, que es digital.
Entonces, ya no se deberían imprimir documentos de este tipo, salvo que sea una forma de comprobar que en efecto te facturan, cuando desconoces al negocio. Incluso en muchas gasolineras o lugares de paso, basta el ticket que te entregan para posteriormente hacer la facturación en línea.
Por supuesto hay lugares donde te piden si o si una hoja impresa, sobre todo en oficinas de gobierno, que normalmente van algunos años atrasados tecnológicamente.
Pero fuera de eso, es raro que ahora alguien de forma personal tenga una impresora en casa.
Las tareas escolares y demás se entregan por plataformas educativas en línea o se envían por correo electrónico, salvo algunos salvajes que piden trabajos a mano.
Todo esto viene a cuento porque desde hace algunos años, los fabricantes integran “chips” en sus impresoras, cuya función única es la de llevar a tu equipo a que sea inservible, lo que se le conoce como obsolescencia programada. Es decir, una impresora al llegar a cierto número de impresiones, sin importar que la cuides y mimes como el mejor de tus dispositivos, deja de funcionar.
Esto pasa no sólo con las impresoras como tal, sino con algunos componentes de la misma, con algunos tanques de tinta que se marcan como vacíos aunque aún visiblemente aún notes que tienen. No eres tú, son ellos.
Es, tristemente, un modelo de estafa que varias empresas lo han estado haciendo desde hace algunos años, sobre todo en el sector de consumo (hogar), donde sorpresivamente te puedes encontrar con impresoras baratas, casi regaladas, pero donde te das de topes es con el costo de los cartuchos y/o repuestos de tintas. Otra práctica común, es tener una impresora que si dejas de imprimir algunos días, deja de funcionar, porque “se seca”.
Casi todos los errores de ese tipo, no son sino acciones programadas para que así suceda, para que tengamos que acudir a sus centros técnicos autorizados o simplemente para tener que ir a comprar otra.
La solución por supuesto sería ir a imprimir a un laboratorio o negocio que se dedique a ello, cuando lo necesitamos, justo como ahora sucede con las fotografías, que tendrían que ser poquísimas veces, ya que la mayoría de documentos del día a día ya se manejan de forma digital. Desde los boletos del cine hasta las entradas a estadios de fútbol, conciertos, viajes en avión, transferencias bancarias, etcétera. ¿Para qué querríamos imprimir una hoja?, menos aún cuando somos engañados.
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