Los búlgaros están convocados a las urnas mañana por cuarta vez este año, en este caso a la segunda vuelta de las presidenciales con el actual jefe de Estado en funciones, Rumen Radev, como claro favorito.
Radev, un antiguo comandante de las Fuerzas Aéreas que llegó a la presidencia en 2016 con el apoyo del Partido Socialista (BPS), logró en la primera vuelta del pasado domingo el 49,42 % de los votos, rozando la elección directa en primera manga.
El actual presidente es un enemigo declarado del ex primer ministro conservador Boiko Borisov, que dominó la política búlgara desde 2009.
Radev apoyó las protestas contra el Gobierno de Borisov en 2020 y lo calificó de "mafioso", algo que le hizo ganar popularidad entre los votantes opositores.
Así que no es de extrañar que Radev cuente con el apoyo de los partidos opositores, incluido el Continuamos el Cambio, que con una agenda anticorrupción ganó las elecciones parlamentarias del pasado domingo.
Esa joven formación recién creada negocia con otros dos partidos protesta y con el BPS para formar un Ejecutivo que saque al país del bloqueo político.
Como contrincante de Radev se encuentra Anastas Gerdzhikov, el rector de la Universidad de Sofía, que carece de experiencia política.
Aunque se presenta como independiente, Gerdzhikov cuenta con el apoyo de la formación conservadora de Borisov y obtuvo en la primera vuelta el 22,83 % de los votos.
El cargo de presidente tiene sobre todo potestades representativas, entre ellas la de "encarnar la unidad de la nación y representar a la república en las relaciones internacionales", pero el jefe de Estado dispone de una considerable influencia en la vida política por su capacidad para vetar leyes.
