Las jóvenes trabajan vendiendo el delicioso platillo para pagar sus estudios
“¡Pásele, pásele! ¿Cuánto va a llevar? Tenemos de labio, de maciza y mixta. A 280 el kilo”, grita efusivamente Janeth, mientras con un hacha corta la barbacoa con gran habilidad, ante la mirada de los clientes que hacen fila en el puesto de “Los Primos”. “Ya no tenemos de labio, pura maciza”, le dice Gisele a un demorado automovilista. Ambas jovencitas son estudiantes y trabajan en el puesto de “barbacha” para pagar sus estudios.
Las chicas saben que los domingos se madruga, pues tienen que llegar a trabajar a las 7 de la mañana. “¿No tienen vida social los sábados?”, se les cuestionó. “¡No hemos ni dormido!”, contestan entre risas.
Luchan por su sueño
Janeth y Gisele son amigas. La primera estudia una carrera profesional en la Universidad Autónoma del Noreste, mientras que Gisel cursa la preparatoria en el Centro Universitario Coahuilense. Desde hace 3 años al menos, Janeth es la encargada del puesto de barbacoa que se instala los fines de semana en un área de la pulga de Praderas, al sur de Monclova.
Los 400 pesos que ganan cada domingo de trabajo les ayudan a solventar sus estudios. “Ahorita los jóvenes no quieren trabajar, y estas jovencitas son un ejemplo para todos los demás; buscan salir adelante. Yo vengo cada domingo a comprarles 150 pesos”, compartió Gabriela Gaytán, clienta asidua del lugar.
“Se llama ‘Barbacoa Los Primos’ porque soy prima del dueño, Juan Luján. Todos somos primos”, explica Janeth. El propietario tiene al menos cinco puestos de barbacoa en la ciudad. “Vendemos desde 100 pesos hasta el kilo de 280. Por las vacaciones y el Covid no tenemos mucho qué hacer, por eso estamos aquí, echándole ganas para poder continuar estudiando”, señala Gisele.
Ejemplo de superación
“Es raro ver a dos jovencitas vendiendo barbacoa. Cada quien le hace la lucha en lo que puede y así deben ser los jóvenes”, comentó Héctor Mascorro antes de que lo atendieran las amigas.
“Qué bien que tan jóvenes emprendan este tipo de negocios. Esta barbacoa me la habían recomendado”, expresó José Fernando, uno de los clientes del lugar.
Gilberto Martínez Ramos, comensal oriundo de Oaxaca, dijo que “es un orgullo que la juventud haga lo correcto, cuando muchos se dedican a hacer el mal”.
