Marte tenía un ‘gran y tranquilo lago’, confirma el Perseverance de la NASA
Redacción / El Tiempo de MonclovaEl rover de la NASA lo ha confirmado: el cráter que hoy es una depresión seca y erosionada por el viento, fue en su día un bello lago marciano alimentado por un río.
Hace unos 3 mil 700 millones de años, el cráter Jezero de Marte era un tranquilo lago alimentado por un pequeño río que, tras un repentino cambio del clima, empezó a sufrir inundaciones súbitas y enérgicas que arrastraron grandes rocas desde decenas de kilómetros río arriba hasta el lecho del lago, donde aún permanecen.
Hasta ahora era una suposición de los científicos pero ahora, el primer análisis de las imágenes captadas por el rover de la NASA Perseverance lo ha confirmado: el cráter Jezero, que hoy es una depresión seca y erosionada por el viento, fue en su día un calmado lago marciano.
El cráter, que fue escogido como lugar de aterrizaje del rover después de que las imágenes de satélite mostrasen que este lugar era parecido a los deltas de los ríos en la Tierra, acaba de ser estudiado y las conclusiones se publican hoy en la revista Science.
Para Benjamin Weiss, investigador del MIT y coautor del estudio, cuando miras las imágenes, “básicamente estás viendo este épico paisaje desértico. El lugar más desolado que se pueda visitar. No hay ni una gota de agua en ninguna parte y, sin embargo, están las pruebas de un pasado muy diferente. Algo muy profundo ocurrió en la historia del planeta”.
El rover aterrizó en el suelo del cráter Jezero el pasado febrero, a poco menos de dos kilómetros de la parte occidental, pero mientras los ingenieros de la NASA comprobaban en remoto el funcionamiento de los instrumentos del rover, dos de sus cámaras, la Mastcam-Z y la SuperCam Remote Micro-Imager (RMI), capturaban imágenes de gran resolución del cráter y de un pequeño montículo conocido como Kodiak butte.
Los investigadores midieron el grosor, la pendiente y la extensión lateral de cada capa, y descubrieron que los sedimentos no habían sido depositados por el viento, sino por el flujo de agua en un lago, por inundaciones u otros procesos geológicos.
El equipo llegó a la conclusión de que estas enormes rocas debían proceder del exterior del cráter o de varios kilómetros río arriba y que fueron arrastradas hasta el lecho del lago por una inundación repentina que fluyó hasta 9 metros por segundo y movió hasta 3.000 metros cúbicos de agua por segundo.
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