LISBOA, 1 JUN.
Las tradicionales verbenas de San Antonio en Lisboa, donde los barrios salen a la calle al son de la música y al olor de las sardinas asadas, han sido suspendidas debido al temor de los excesos y dada la situación de pandemia, según anunció hoy el alcalde de la capital lusa, Fernando Medina.
"Infelizmente, este año no vamos a poder tener verbenas dada la situación en la que vivimos" apuntó este miércoles Medina.
"Es la decisión más sensata, advertida en esta etapa de la pandemia, cuando todavía se necesita atención y estar alerta", subrayó el regidor.
Así, aunque la festividad no será suspendida, las verbenas populares tendrán que esperar un año más, hasta 2022, para volver a recorrer las calles lisboetas.
"Tendremos que, infelizmente, esperar un año más para poder celebrar de nuevo San Antonio con la alegría que a la ciudad le gusta", declaró Medina, ya que cada año los 24 barrios de Lisboa lucían sus mejores guirnaldas para el deleite de la población, que se echaba ala calle para bailar y comer.
El presidente de la Asociación de Colectividades del Concelho de Lisboa (ACCL), Pedro Franco, se declaró también contrario a la celebración de verbenas de los Santos Populares.
"Creo que está muy bien que no se hagan. Si las hubiesen hecho, habría sido el primero en atacar al Ayuntamiento de Lisboa", denunció Franco.
De acuerdo al presidente de la ACCL, las fiestas no deberían hacerse porque tardan "un tiempo" en ser preparadas, tiempo del que ya no disponen.
Además, el presidente pidió a la ciudadanía que se mantenga alerta con la pandemia porque la enfermedad "no es una broma".
"No podemos decir que tenemos que hacer eventos en Lisboa porque Oporto lo ha hecho. Las personas pueden reclamar, pueden hacer lo que quieran, pero tienen que tener en cuenta que esto no es una broma, que esto mata", denunció.
Franco se refirió, así, a la ciudad lusa de Oporto, que acogió la final de la Champions entre el Manchester City y el Chelsea el pasado fin de semana y que ha sido objeto de grandes críticas por los excesos que se vieron en las celebraciones anteriores y posteriores.
Oporto también anunció que seguirá manteniendo sus celebraciones tradicionales de San Juan, proyectadas para el 23 de junio, pero con restricciones y en localizaciones señaladas.
Esos excesos causaron una tormenta política en el país porque, aunque el primer ministro luso, António Costa, insistió en que, de 12.000 aficionados, 9.800 sí respetaron la "burbuja" sanitaria creada, muchos ingleses ya habían llegado al país en días anteriores como turistas.
A pesar de todas las garantías sanitarias anunciadas, eso no impidió que durante la noche se viesen grandes aglomeraciones en la ciudad, con turistas que no respetaban la distancia social ni llevaban la mascarilla obligatoria.
Las reacciones no se hicieron esperar: las autoridades sanitarias lusas lamentaron el "mal ejemplo" por la tolerancia que las fuerzas policiales mostraron ante los hinchas británicos durante la noche del partido.
A la indignación sanitaria se sumó la política, que exigió dimisiones del Gobierno de Costa por un festejo que tendrá consecuencias epidemiológicas "imprevisibles", según denunció Francisco Rodrigues dos Santos, líder del CDS, partido de centroderecha.
Aún más contundente fue el presidente del FC Oporto, Jorge Pinto da Costa, que pidió la renuncia del primer ministro si no se consideraba "capaz".
Actualmente, Portugal sigue prohibiendo el público en los eventos deportivos nacionales y también las grandes aglomeraciones.
