Como madre había que cuidar a su familia al estar entre contagiados y desgraciadamente le tocó perder a su esposo tras contagiarse de COVID-19.
Como madre de familia que siempre sabe que en su casa la esperan, pero que en su trabajo vivía el dolor de las personas que tenían un internado por la terrible pandemia y con el temor de que pasara en su familia la misma situación, la enfermera Maricela Castillo pese a su dolor por perder a su compañero de vida y otros de sus familiares, sigue enfrentando día con día el doloroso recuerdo y buscando fuerzas desde su interior para seguir realizando su trabajo.
Con más de 22 años trabajando en el Instituto Mexicano del Seguro Social, Maricela Castillo es una madre de familia que, por azares del destino, primero enfrentó el dolor de decenas de personas que tal vez como ella a esta fecha, se siguen preguntando porqué fueron sus familiares los que se contagiaron. Como madre de familia profesionista y a más de un año de distancia de aquella pesadilla que aún no termina, recordó que en marzo del 2020 era tan triste y doloroso ver cómo muchas personas enfrentaban una situación tan complicada al comenzar a llegar los pacientes al IMSS para ser hospitalizados, entre estos muchos de sus compañeros.
LLORABA AL VER A LOS PACIENTES
¨Cuando terminaba mi turno, en ocasiones no podía contener el llanto, por ver a los pacientes y sobre todo ver la incertidumbre de sus familiares que no sabían nada de ellos pues era imposible que tuvieran acceso a los mismos, pero también pedía que no me tocara a mí por mi familia¨, expuso como madre de familia.
Lamentablemente el 30 de marzo del 2020, tras presentar síntomas, se le confirmó el contagio del COVID-19, días después, su hijo, su nieta y su esposo Graciano Ibarra, quien lamentablemente el 25 de abril perdía la batalla a consecuencia de complicaciones por sus enfermedades como la diabetes. ¨Hoy ya pasó un año, yo con miedo, con temor sigo trabajando por mis hijos, por mi nieta y por el recuerdo de mi esposo, de mis tíos y mi primo que también perdió la vida por la pandemia, es más aún me duele hasta el alma el solo hecho de pasar por el cuarto donde estuvo mi esposo luchando, es tan doloroso, pero tengo que seguir, por mis hijos, por mi nieta, por todos aquellos y sobre todo aquellas madres de familia que como yo perdieron a un hijo, a su esposo o algún otro familiar,¨ relató.
SENTIMIENTOS ENCONTRADOS
Ahora, con toda la carga de sentimientos encontrados que tiene, sigue de frente en su trabajo, mismo que como ella lo dice, es con Dios por delante, porque el miedo, la incertidumbre y sobre todo la pandemia, no se han acabado, siguen vivos y siguen siendo de alto riesgo, principalmente para quienes aún siguen atendiendo pacientes contagiados o sospechosos.
Como madre de familia que soy yo le diría a la gente que no se confíen que siguen teniendo precauciones, el año pasado muchas personas cometieron el grave error de no creer en la enfermedad, de pensar que era un invento, de creer que estábamos exagerando, pero sin imaginar lo que dentro del IMSS se vivía”.
Hoy su obligación no es sólo como una madre que está al pendiente de sus hijos y que ante la falta de sus compañero de vida tiene que redoblar esfuerzos, sino que también tiene que seguir su profesión, su trabajo pese a lo doloroso que le resulta recordar ese mes de abril y sobre todo el día 25 en el que sus propios compañeros de labores le tuvieron que dar la dolorosa noticia sobre el fallecimiento de su esposo y tener que hacerse de valor, el valor que sólo una madre de familia puede alcanzar para decirle a sus hijos y a su familia en general de esa herida que hoy en día sólo esa condición de madre, es la que le da la fuerza para seguir su vida.
