Cabezas llegó a tener el 66% de sus pulmones cubiertos por el virus.
Quito.- "Bienvenido, número nueve", es un canto a la vida en medio de miles de batallas perdidas a causa de la COVID-19, un texto en el que el ecuatoriano Juan Cabezas relata los once días que estuvo ingresado en un hospital enfrentando a un virus, que lo convirtió en un sobreviviente agotado, que le reorganizó las prioridades y que le enseñó a valorar lo simple en medio de la complejidad.
En esta bitácora, a favor y en contra de su propia vida, Cabezas (1971) desnuda sus miedos, relata cuando su cuerpo se declaró en rebeldía, y su permanencia en la cama 9 de la sala de ginecología de un hospital público que, en medido de la crisis sanitaria desatada, atendía a pacientes COVID, que no paraban de llegar.
UN "MONSTRUO TERRIBLE"
Autor y personaje del libro de 58 páginas, Cabezas aseguró este sábado que necesitó escribir el texto pues al salir del hospital cayó en depresión: "Quizá por la medicación, me sentí aplastado por la vida, estaba debilitado y, sin embargo, las exigencias de la vida me volvían con más fuerza"."Me dio mucho miedo, ganas de no salir a la calle, de no hacer nada" y escribir fue "una forma de escapar de una sensación extraña que tenía dentro, de la depresión, que ha sido un monstruo terrible".
Parapetado tras el libro, con la familia como ancla a tierra y el deporte como opción de vida, Cabezas empezó a levantar cabeza, pero "no sé si uno sale de una situación de estas completamente"."Me siento como un sobreviviente agotado. El long COVID tiene sus efectos y eso lo estoy descubriendo cada día. El cuerpo cambia, es como una especie de reconfiguración de tu metabolismo. Mi cuerpo no me hace caso; algunas veces me duelen partes que no sabía que tenía", explicó.
Luego del contagio, Cabezas quedó con problemas de memoria y padece embolia pulmonar: "No solo haber sobrevivido es la tarea sino mantenerse como un sobreviviente"."Con las dificultades, con las deudas, con todo, me siento un sobreviviente un poco aplastado, pero a pesar de eso encontré un canal de vida, que no es luchar contra la muerte, porque nos va a llegar, pero sí ponerse del lado de los hechos de vida, de las alegrías simples, del placer continuo de sentirse amado, de amar".
Tras superar la COVID-19, este periodista, autor de varias antologías y del cuento "Formas de incendiar el día", habla de un "canto a la vida", de "un encuentro con uno mismo muy fuerte".
El virus es "un maestro, un acompañante, algo que ha transformado la forma de entender la vida", dice quien tiene mucho miedo de volver a contagiarse.
No obstante, cree que la sociedad debe seguir con su vida "sin pánico, pero con mucho cuidado" pues la covid "nos rodea y nos obliga a estar en el centro de nuestra vida. Define nuestros límites".
Por ello, al relatar su experiencia en primera persona -sin dramas ni victimismos más allá de la realidad- busca aportar a una reflexión que "nos permita ser mejores personas".
LE CRECE UN BAMBÚ EN EL PECHO
Cabezas llegó a tener el 66% de sus pulmones cubiertos por el virus y, precisamente, una ilustración de pulmones violeta con ramificaciones verdes y rojas de las que crecen hojas y flores, es la portada del texto graficado por Camila Calderón."Ese pulmón florido, como un taquito de bambú es de ensueño, paradisíaco, onírico, que me recuerda la ambivalencia de muerte-vida, muerte-creatividad, muerte-ilusión", indicó quien metafóricamente sostiene que le creció "un bambú en el pecho". "Al principio me tapaba la respiración, era un tronco que no me dejaba respirar, y con los días empezaron a brotar de ese bambú flores, empezaron a polinizarme el alma, y desde ahí encuentro un canal para vivir con este bambú, que a veces nuevamente me vuelve a obstruir, pero que sé que da flores".
Una de esas "flores" es "Bienvenido, número nueve": "Un grito para vivir más y mejor a pesar del miedo, de la pérdida y de la vulnerabilidad del organismo que somos y que nos contiene", como señala Marcela Ribadeneira en el epílogo del libro.
Se trata de un texto cautivador de "resistencia y conciliación" que invita a valorar lo simple de la vida en medio de su complejidad: "Tuve la mejor Navidad de mi vida. No hicimos nada, vimos películas italianas de los años 50 con mi esposa, comimos sushi, dormimos a las once, nos abrazamos en la cama y ya", dijo Cabezas, un "tipo que por fin está apreciando las cosas que valen la pena y que las está consumiendo despacio aunque el tiempo pase rápido".
