Se les permite el paso sin cubrebocas por la necesidad de ingresos para pagar la cuenta diaria y llevar el sustento a la familia, dicen otros conductores.
Al volante Joaquín se siente vulnerable y temeroso de que el Covid-19 busque acomodo en su camión, que va de Cuernavaca a Huitzilac, porque hay pasajeros renuentes a usar cubrebocas y estallan en furia cuando se les pide cumplir con el protocolo sanitario.
Su camión tiene terminal en el mercado Adolfo López Mateos, la central de abasto con mayor afluencia de consumidores en el estado, y principalmente de Cuernavaca, que ocupa el primer lugar en contagios y muertes por coronavirus.
Desde ese sitio el conductor de la unidad 30 de la línea TUH advierte a los pasajeros que no pueden subir si no traen cubrebocas, por disposición de la Secretaría de Salud, pero ahí comienzan las diferencias con los usuarios.
Se les permite el paso sin cubrebocas por la necesidad de ingresos para pagar la cuenta diaria y llevar el sustento a la familia, dicen otros conductores.
"Nosotros tenemos que lavarnos bien las manos, pero con los pasajeros no se puede porque se suben, bajan, pagan y les damos cambio y no se puede. Sólo es cosa de cada uno", comenta Joaquín Romero Zaragoza, al resumir los cuidados que debe tener cada uno por evitar el contagio.
Rubén Lugo Martínez, conductor de una minivan, asegura que los choferes están obligados a llevar cubrebocas, gel antibacterial y exigir a los usuarios cumplir con el protocolo de seguridad sanitaria.
Los conductores, dice, constantemente son revisados por el personal de Transporte Público, pero en el caso del pasaje es un poco difícil.
Desde marzo pasado las secretarías de Movilidad y Transporte y de Salud, así como operadores y permisionarios, pusieron en marcha la Jornada de Sanitización al Transporte Público, para evitar la propagación del coronavirus, pero la higiene de pasajeros no hay cómo controlarla.
