¿Quién fue el historiador cubano Eusebio Leal?
AGENCIAS / EL TIEMPOLa Habana, 31 julio.
Eusebio Leal Spengler, el Historiador de La Habana, fallecido este viernes a los 77 años, pasará a la posteridad por su tenaz empeño en restaurar y devolver a la vida el bello centro histórico de la capital cubana, una obra compleja a la que dedicó más de 40 años y de la que alcanzó a ver los frutos.
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Títulos como los de doctor en Ciencias Históricas y Maestro en Ciencias Arqueológicas y en Estudios sobre América Latina y el Caribe, director del Museo de la Ciudad y de la Oficina del Historiador de La Habana, a los que se suman varios reconocimientos como Honoris Causa de universidades cubanas y extranjeras avalaron su extraordinaria labor intelectual de décadas.
Leal, respetado como pocos en la socarrona Cuba y admirado por su elegante oratoria, en la que traslucía su juventud como seminarista católico, acompañó en innumerables recorridos por La Habana Vieja -declarada en 1982 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO- a personalidades de visita en el país.
EMBAJADOR DEL PATRIMONIO
Entre esos paseos destacaron los que dio con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en 2016, y con los reyes de España, Felipe y Letizia, en noviembre de 2019, con motivo de los 500 años de la fundación de la ciudad, un hito festejado por todo lo alto y que en cierto modo puso el colofón a la labor de Leal.
Eusebio Leal fue también un adalid de los lazos culturales y académicos con Estados Unidos pese a la larga enemistad entre los dos países.
De hecho, su persistencia le permitió culminar en 2017 uno de sus proyectos más apasionados, ver instalada en La Habana una réplica de la imagen ecuestre del Héroe Nacional cubano José Martí (1853-1895), inmortalizada por la escultora estadounidense Anna Huntington, que se encuentra situada en el Parque Central de Nueva York desde los años 60 del siglo pasado.
Continuador de la obra iniciada por Emilio Roig de Leuchsenring, el año 1967 marcó los inicios de Leal con la restauración del Palacio de los Capitanes Generales, antaño epicentro del dominio español sobre la isla.
El lugar fue rebautizado posteriormente como Museo de la Ciudad y en él instaló Leal su cuartel general, la Oficina del Historiador, principal inversionista del plan de restauración desde 1981.
Los trabajadores de la zona que centró su vida y esfuerzos profesionales extrañarán sus habituales andares a pie de obra para supervisar la marcha de los trabajos de rescate y restauración, con los que era especialmente exigente y riguroso, según atestiguan sus colaboradores.
EL "ALCALDE" DE LOS HABANEROS
Aquejado de un cáncer de páncreas, Leal libró una larga batalla contra la enfermedad que limitó su frecuente presencia en las calles de La Habana Vieja, donde muchos vecinos de la comunidad le comparaban con la figura de un alcalde.
Ellos también han echado de menos encontrarlo para conversar sobre problemas sociales apremiantes, como el de la vivienda, agravado allí por el extremo deterioro de muchos inmuebles centenarios y la superpoblación.
Eusebio Leal intervino en la recuperación de museos, plazas, parques, antiguas edificaciones en ruinas devueltas a la habitabilidad para la población residente y últimamente del Capitolio Nacional, la Avenida del Puerto y el Barrio Chino.
La cooperación internacional financió algunas de esas obras, entre ellas la del monumental convento de San Francisco de Asís, y también se creó la escuela taller de restauradores de La Habana "Gaspar Melchor de Jovellanos".
En 1993 el Gobierno otorgó "facultades excepcionales" a la Oficina del Historiador para crear y explotar fuentes económicas propias y destinar los ingresos a financiar el interrumpido plan de restauración.
Fue un impulso vital al proyecto cultural y social liderado por Leal en La Habana Vieja.
Proliferó entonces una floreciente red de hoteles, tiendas, museos, inmobiliarias y restaurantes bautizada como Habaguanex cuyas ganancias contribuyen al gran proyecto del historiador, aunque ese emporio lo absorbió, tras enfermar Leal, un conglomerado empresarial controlado por las Fuerzas Armadas.
También destacó por su activa defensa del patrimonio nacional tangible e intangible: su apasionada argumentación contra la comercialización de símbolos patrios como la bandera resuena aún en las memorias de los cubanos.
"LA BANDERA NO PUEDE SER UN DELANTAL"
"No estoy de acuerdo con que la bandera cubana sea un delantal", afirmó contundente en 2016.
Su enfermedad aceleró en los últimos tiempos la entrega de numerosos reconocimientos.
Uno de ellos fue el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2016 y antes llegaron a sus manos el premio Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, el doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Perú, y el galardón Henry Hope Reed, que confiere la estadounidense Universidad Notre Dame, de Chicago.
La obra y perseverancia de Eusebio Leal han internacionalizado los atractivos de La Habana Vieja, hoy la zona más visitada por los turistas que llegan a Cuba.
Nacido el 11 de septiembre de 1942, el Historiador de La Habana orientó su vocación siendo aún autodidacta y presentó exámenes de suficiencia académica en la Universidad de La Habana, donde cursó la Licenciatura en Historia entre 1974 y 1979.
Becado en Italia realizó estudios de postgrado sobre restauración de centros históricos y fue también miembro de número de la Academia Cubana de la Lengua, donde ocupó el sillón "F".
A sus conferencias magistrales se suman ensayos, prólogos y artículos sobre Historia de Cuba, temas de América, restauración y museología publicados dentro y fuera de la isla.
Hasta su muerte, Leal fue diputado a la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral) de Cuba, presidente de Honor de la Unión Nacional de Historiadores de la isla, titular de la Comisión de Monumentos de La Habana, integrante de la sociedad Smithsonian, de Estados Unidos y de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas, entre otros tantos cargos.
Igualmente destacan, entre sus distinciones, las órdenes del Libertador Simón Bolívar, de Venezuela, la de Isabel la Católica en el grado de Comendador, de España, la de las Artes y las Letras de Francia, y el premio nacional de Patrimonio Cultural por la Obra de Toda la Vida, concedido por vez primera en la isla, en virtud de sus "excepcionales méritos" y de su "entrega ejemplar".
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