Los presidentes ruso, Vladímir Putin, y bielorruso, Alexandr Lukashenko, acordaron hoy la retirada de la frontera común de la fuerza policial de Rusia creada para su despliegue en la vecina antigua república soviética en caso de que las actuales protestas antigubernamentales se radicalizaran.
"Rusia replegara su reserva de fuerzas de seguridad y Guardia Nacional que estaba concentrada cerca de la frontera ruso-bielorrusa", informó Dmitri Peskov, el portavoz del Kremlin, al término de la reunión entre ambos mandatarios en la residencia del presidente ruso en el balneario de Sochi (mar Negro).
Peskov, que destacó la importancia de esta decisión, precisó que dichas unidades regresarán a su habitual lugar de emplazamiento en territorio ruso.
A finales de agosto Putin anunció la creación de una fuerza policial a petición de Lukashenko, planes de intervención que fueron condenados por Occidente.
Rusia nunca criticó el desproporcionado uso de la fuerza por parte de los efectivos antidisturbios bielorrusos contra los manifestantes pacíficos y denunció los intentos de algunos países de interferir en los sucesos en Minsk.
Hoy, lunes, Putin volvió a confirmar que Moscú cumplirá con sus obligaciones en el marco de los acuerdos bilaterales y multilaterales.
Aunque, para evitar "especulaciones", Putin subrayó que las maniobras antiterroristas "Fraternidad eslava", que comenzaron el lunes en territorio bielorruso, fueron acordadas en 2019 y no son una respuesta a los sucesos en Minsk.
"Después de completar el programa de maniobras conjuntas, las unidades rusas regresarán a su habitual lugar de emplazamiento", resaltó.
Putin apoyó hoy a Lukashenko con un crédito de 1,500 millones de dólares, pero le animó a poner en marcha una reforma de la Constitución como vía de arreglo de la crisis.
