'No hay asedio ni ataques a la libertad de expresión': Julio Astillero

'No hay asedio ni ataques a la libertad de expresión': Julio Astillero
EL UNIVERSAL / EL TIEMPO

Y afirma que ocupar la tribuna presidencial exige que haya un "umbral más alto de tolerancia a la crítica".

Julio Hernández López, conocido como Julio Astillero, define como un "error político" los señalamientos del presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, hacia los medios de comunicación, pero no considera que exista un asedio a la libertad de expresión. Y afirma que ocupar la tribuna presidencial exige que haya un "umbral más alto de tolerancia a la crítica". Sin embargo advierte que las conferencias matutinas le han servido al Ejecutivo como un escudo ante lo que él considera ataques injustificados.
El columnista y fundador de La Jornada y director de su franquicia en San Luis Potosí, autor de libros como Encabronados y Las horas contadas del PRI, conversa con EL UNIVERSAL sobre la libertad de expresión, de la relación del Presidente con los medios y advierte que deberían crearse mecanismos transparentes para definir cómo deben ser asignados los recursos públicos para publicidad.
¬-¿El Presidente puede decir lo que quiera como ciudadano o debe pensar en que representa al Ejecutivo?
--Tiene que usar con prudencia y con equilibrio la tribuna y figura presidencial; es imposible para el jefe del Estado mexicano deslindarse de su investidura y, por tanto, no es válido decir que se despoja a un Presidente de su investidura para hablar como ciudadano. Ocupar la máxima tribuna exige asumir que no puede haber licencias ni permisos. El propio cargo implica que haya un umbral más alto de tolerancia a la crítica de los gobernados o de los representados. A diferencia del derecho a la réplica o el derecho a la expresión absoluta que podemos tener los ciudadanos, los funcionarios públicos o representantes populares están obligados a un mayor grado de tolerancia ante la crítica.
-¿Qué reflexión tiene de la relación del Presidente con los medios de comunicación?
--Ha sido una relación con mucha carga de la historia del pasado reciente. La historia de las relaciones de los medios con el poder, primero con el priísmo y luego con las alternancias con Acción Nacional, había sido regida por una complicidad de la gran mayoría de los medios de comunicación con los poderes públicos en turno. De tal manera que el tres veces candidato a la presidencia, Andrés Manuel López Obrador, se vio obstruido en su búsqueda de justicia electoral por las complicidades de un aparato mediático que, en términos generales, estuvieron al servicio de poderes, del interés económico de los dueños, de los inversionistas, de muchos directivos. Ante ello, la respuesta de López Obrador ha sido muy peculiar y ha sido a través de las conferencias mañaneras, un escudo ante lo que él considera ataques injustificados, pero también le ha servido para ir en contra de esos segmentos que le son adversos. El ejercicio de las mañaneras es bueno, pero exagerado en duración; hay una dosis de anecdotario que no aporta sustancia informativa. Además constituyen una respuesta ante el contexto crítico de medios que se sienten alterados u ofendidos por el recorte publicitario y la desatención hacia los entendimientos con los directivos que eran el pan de cada día; ya nos les llaman, ya no hay solicitudes de subir o bajar información. Esto ha generado un ambiente crispado.
-Ha dicho que la libertad de expresión no vive un asedio, ¿en qué momento se encuentra entonces?
--No creo que haya asedio ni ningún tipo de ataque, me parece que lo que hay es una reacción presidencial y del segmento social que apoya López Obrador, sobre todo en las redes sociales, que está actuando en defensa de un proyecto que ha costado mucho trabajo llevarlo al poder, y que ese proyecto ha sido interferido y distorsionado por una gran cantidad de medios convencionales en años anteriores. Hoy lo que vivimos es una pelea política e ideológica en donde un segmento de la población está reivindicando su derecho a ser escuchado, a expresarse y también a contravenir un aparato mediático constituido por un catálogo de opinantes, articulistas, columnistas que han tenido una etapa constante de entendimiento con el poder público en turno y con mucha frecuencia de beneficios económicos. Lo que veo es que están cambiando las reglas de la relación entre los medios y un poder político con un tinte popular, podemos discutir qué tanto es ese tinte o si está bien o mal, pero es un proyecto popular con un apoyo colectivo muy importante que va a contrapelo de lo que fue llamada la prensa vendida, que ha sido la prensa del negocio y del privilegio.
-¿Está de acuerdo con que AMLO es el más criticado?
--Sí, nunca vi en las administraciones de Peña Nieto, Fox, Calderón, Zedillo, Salinas ni una aproximación a esa ferocidad, a esa virulencia y, en algunos casos, a la ofensa y el agravio directo contra el Presidente; hay una embestida de muchos de quienes recibieron privilegios.
-¿No cree que la democracia debe transitar este camino?
--Sí, pero me creo que la propia administración de López Obrador ha sido insuficiente en cuanto al fortalecimiento de los medios públicos. Es una lucha natural, no satanizo que haya medios que defienden determinadas visiones y posturas. Soy fundador y parte de La Jornada, en donde se emite una editorial con una posición muy clara. Y no sólo eso, se define como un diario de izquierda. Hay otros con visión empresarial, derechista, y son válidos, pero tienen que quitarse el manto de la hipocresía y dar su posicionamiento ideológico claro.
-¿Cómo debe ser el periodismo de izquierda?
--Debe seguir criticando los excesos del poder, sin aplausos irreflexivos ni una convalidación de todo lo que se hace.
-AMLO ha mostrado dos listas, la primera de medios que recibían publicidad y la otra de columnistas que, dice, están en su contra. ¿Es abuso de poder o una forma de hacer política?
--Es un error político de la Presidencia, es un exceso difundir ese tipo de listas y hacer señalamientos concretos, hacer valoraciones sobre qué medio es positivo o negativo es un error. Creo que el poder republicano de representación popular, como es la Presidencia, no debe dedicar su tiempo ni desgastarse ni desgastar a los medios de comunicación. Si hay hechos de corrupción, hay que actuar abierta y directamente contra quien sea, pero tampoco se debe confundir la asignación de publicidad con un acto por sí mismo de corrupción, de manipulación desde los poderes. Atacar a medios específicos es darle categoría de adversarios del poder presidencial y eso es una equivocación.
-¿Cómo se debería destinar la publicidad a los medios?
--No es suficiente reducir el monto de la publicidad, con lo que estoy de acuerdo; se debe establecer criterios no discrecionales para ese reparto del presupuesto. Uno de los criterios fundamentales es el nivel de audiencia, aunque habría medios que avasallarían, por eso también tendría que haber mecanismos que puedan definir la calidad periodística respecto a los principios fundamentales del periodismo. Y debe reservarse una porción del presupuesto para impulsar medios que sin difusión masiva ni recursos para aspirar a una calidad enorme, son necesarios para impulsar expresiones que la sociedad necesita.
-¿Qué opina del caso Nexos?
--No me pareció del tamaño que se quiso plantear, está muy claro que hubo un manejo administrativo errático. Fue un pretexto para que ciertos grupos lanzaran esa falsa voz de alerta sobre lo que consideraron un ataque a la libertad de expresión.
-¿Seguirá la confrontación entre Presidente y medios?
--Estamos en una ruta en la cual casi nada va a cambiar, son carriles políticos, ideológicos y muy pronto electorales que no tienen reversa en lo inmediato. Hay dos proyectos muy claros y es correcto y deseable que avancen en su confrontación y en su definición, porque de ahí dependerá el trazo del futuro de México. No debemos tener miedo ni estigmatizar la polarización. México está polarizado desde hace mucho, los medios deben abrirse, tener una auténtica pluralidad. Hay muchísimas expresiones de periodismo valiente y valioso, sobre todo de mujeres, y hay muchos opinadores que merecen que les abran los espacios. Esta aparente asfixia, polarización, proviene de eso, que se ha tratado de apagar a un segmento de la población. México está dividido desde 2006, entre otras causas, desde aquella frase de "López Obrador es un peligro para México".
-¿El debate público en redes sociales se reduce a malos contra buenos?
--No siempre, las redes han permitido a un segmento importante expresar puntos de vista que antes le fueron impedidos, regateados o abiertamente negados por los medios. Las redes han venido a desplazar el monopolio de los puntos de vista y en ese destape ha habido excesos, sí, hay una polarización, pero me parece que no debemos de perder de vista que hay millones de mexicanos que sienten que pueden hacer valer su punto de vista, a veces desbordada, ofensiva y agresiva, pero no deja de ser la liberación de una olla que se mantuvo cerrada sólo con la participación de los medios de comunicación. Es de justicia valorar la importancia de esta nueva participación masiva.

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