La violencia, la otra pandemia contra la que lucha Nueva York
AGENCIAS / EL TIEMPO"Mi hijo fue asesinado frente a mí el 5 de mayo de 2010 por una discusión sobre un aparcamiento". "Una bala en la parte de atrás de su cabeza y se fue, con 21 años". "Cuando estaba en las calles, estaba metido en todo lo que estaba mal". Son testimonios de víctimas de la violencia y expandilleros de Nueva York que ahora comparten un mismo objetivo, acabar con los tiroteos que azotan las calles de la ciudad.
Los números son alarmantes, en lo que va de año, la policía ha reportado 1,014 tiroteos, un 87 % más que los 541 registrados entre enero y agosto de 2019; así como 291 asesinatos, lo que supone un 34 % más que los 217 perpetrados en Nueva York en las mismas fechas del año pasado.
VÍCTIMAS DE LA VIOLENCIA
Carolyn Dixon es una afroamericana de 64 años alta, enérgica y que no duda en contar su experiencia con la violencia en Nueva York.
"Soy una superviviente, mi hijo fue asesinado frente a mí el 5 de mayo de 2010 por una discusión sobre un aparcamiento", asegura a Efe con una fuerza que no parece haber apagado ni los años ni la tragedia vivida.
El pasado julio, la vida la enfrentó de nuevo con la realidad más cruda de Nueva York, cuando acudió a ayudar a un hombre que acababa de ser disparado y yacía en la calle.
"Un hombre fue asesinado en mi zona y mi única esperanza fue intentar salvarle. Fue un trauma para mí, como un reflejo, como una prueba. En lo único que podía pensar era en mi hijo tumbado en el suelo y tenía que hacer algo para ayudarlo. Él había sido disparado once veces, pero aún así sobrevivió", relata Dixon sobre esa víctima, que se está recuperando bien y por razones de seguridad no está en la Gran Manzana.
Desde una ONG que ahora dirige, Dixon intenta hablar con los jóvenes del barrio: "Para decirles, ya sabes, que todas las vidas negras importan".
El hijo de Oressa Napper, otra afroamericana de mediana edad, se vio atrapado en un tiroteo entre bandas en Brooklyn cuando iba a visitar a unos parientes: "Una bala en la parte de atrás de su cabeza y se fue, con 21 años".
"No quiero que nunca nadie se sienta como yo me siento, que otra familia tenga que pasar por lo que yo estoy pasando trece años después. Porque es un proceso continuo, para el resto de tu vida. No es algo de lo que te recuperas, no es algo que superes", dice Napper, a quien la pérdida también le empujó a fundar una ONG contra la violencia, "Not another child" (Otro niño, no).
Para ella, tratar con los jóvenes inmersos en la violencia es moverse por un "terreno resbaladizo", porque si bien hay algunos que quieren hacer las cosas mejor, hay otros "que buscan excusas para hacer lo que hacen".
"Entiendo que en gran medida son mayoritariamente nuestros hombres, y nuestros hombres han nacido con dos marcas: ser afroamericanos y hombres. Hemos nacido con esas dos marcas que cargamos, pero también tienes opciones, ¿sabes?", explica no muy lejos de su otro hijo, que colabora con ella en la ONG.
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