ESPECIAL: La vida fácil… Es la más difícil
Cecilio Martínez /El Tiempo de Monclova
Obligada por la pobreza y el abandono Scarlett acabó en las calles de Monclova
MONCLOVA, COAH.- La noche apenas empieza y en la zona centro de Monclova una actividad cotidiana vuelve a iniciar, como todos los días.
En las afueras de un hotel, de los llamados “de paso”, se encuentra una mujer, su sugerente vestido y abundante maquillaje denotan su oficio, ella se hace llamar Scarlett y en principio se niega a charlar con El Tiempo, pero al rato accede, pues “que puedo perder ya”, dice.
Comenta que es originaria de Piedras Negras, donde vivió junto a sus padres hasta que ellos se separaron, su mamá se fue a Reynosa a vivir con otro hombre y su padre se perdió en el alcoholismo, fue entonces que junto a su hermano se fueron a vivir con una tía, pero las cosas no fueron nada sencillas.
Las capas de maquillaje no consiguen ocultar las huellas del tiempo, con semblante triste y una mirada huidiza comenta que siempre quiso haber sido doctora, “pero la vida no fue justa conmigo y así terminé en esta profesión”
Scarlett es una mujer que desde hace mucho tiempo se dedica a la vida galante, ella menciona que lo hizo por verdadera necesidad. No tenía otra opción para mantener a sus dos hijas.
Comenta que no pudo terminar la primaria ya que desde muy chica tuvo que empezar a trabajar en lo que fuera. Era su obligación porque ella y su hermano vivían de “arrimados”.
Cuando estaba a punto de cumplir sus 17 años empezó a ejercer la prostitución y a los pocos meses quedó embarazada y desde entonces se quedó ejerciendo ese oficio.
Apenas llegó al quinto mes de gestación su tía la corrió de la casa, tenía que vivir sola en hoteles, con conocidos e incluso en la calle, pero la niña que llevaba en su vientre, dice, fue el motor que la hizo salir adelante.
El nerviosismo inicial fue desapareciendo, ahora voltea hacia los lados, teme, según dice, a que llegue la policía porque a veces hacen redadas y las “levantan” sin ningún motivo.
Durante el tiempo que se ha dedicado vender su cuerpo, asegura que ha padecido de todo; “dicen que la vida fácil, pero la realidad es que esta vida es la más difícil que hay”.
“Se tienen que soportar clientes agresivos, borrachos, otros viciosos y no faltan los degenerados que vienen con sus extrañas exigencias y que cuando no las cumples hasta te golpean”, asegura.
Siempre ha sido muy duro y en el presente año no ha sido nada fácil para esta mujer de “besos y caricias falsas”, pues con la actual pandemia ha visto que su fuente de trabajo es uno de tantos golpeados por el Covid-19.
Scarlett procreó dos hijas y aunque ellas ya son profesionistas, decidió no pedirles nada y ella continúa luchando.
“Aunque muchas ya tenemos clientes frecuentes, el riesgo de contraer Coronavirus hizo que muchas de nosotras ya no trabajaramos igual”, narra la mujer.
La entrevistada, actualmente tiene cinco años radicando en esta ciudad, dijo que prefirió cambiarse de Piedras Negras para ya no continuar siendo una vergüenza de sus dos hijas.
Con voz pausada indica que las niñas iban creciendo y desgraciadamente eran una burla para sus compañeros que sabían el oficio de su madre, sin saber ellos el verdadero sacrificio que tenía que hacer ella, para sacarlas adelante.
Recordó que muchas veces se llegó a quedar dormida después de una larga jornada de trabajo y no las podía llevar a la escuela, afectando el aprovechamiento académico de las jóvenes, que hoy son ya una Psicóloga y la otra una Maestra de primaria.
“A veces me quedaba dormida o iba a dejarlas algo tomada, era entonces cuando los otros padres de familia me señalaban y ellas poco a poco supieron por qué su mamá no llegaba a dormir por las noches”.
La nigropetense regresaba muchas veces a su casa triste e incluso llorando, pero sabía que todos esos enjuiciamientos tenía que dejarlos a un lado y seguir adelante, pues aunque su trabajo no le gustaba, era la única forma de solventar los gastos de la casa y sacar adelante a sus hijas, mencionó que fueron años muy duros, pero cumplió con su objetivo, que fueran profesionistas y no siguieran los pasos de ella.
Muchas veces durmió en prisión, pues sorpresivamente en su área de trabajo había redadas policíacas y se llevaban a todas las damiselas, era una noche que además de pasarla encerrada, sabía que no tendría ingreso y ella vivía al día.
Explica que no sólo batallaba con la clientela, con las mismas compañeras era un verdadero calvario, pues en su mayoría se disputaban a los clientes y eso desencadenaba pleitos entre varias "flores de pantano", el oficio de la prostitución no era nada sencillo, pero la necesidad era muy grande.
La mujer concedió esta entrevista en el exterior de un hotel de la Privada Cuauhtémoc en la zona centro, casi siempre estuvo con la mirada hacia el suelo. Se avergonzaba de sus vivencias.
De pronto una ligera sonrisa se apodera de su rostro, levanta la mirada y con orgullo afirma:
"No me importa nada de lo que pasé afortunadamente y gracias a Dios, ellas (sus hijas) ya trabajan, son madres y ahora luchan por mis nietos".
Así la mujer originaria de Piedras Negras, narró un poco de lo que ha vivido en todos estos años, sus pocas alegrías y sus fracasos, al término de la charla, continúa su camino, la noche apenas empieza y tiene que ver por ella.
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