Encuentra su “otro yo” durante la pandemia Alejandro Fernández
El Universal / El Tiempo de MonclovaHa cambiado su carácter violento y se dice devoto de la Guadalupana
Paradójicamente, Alejandro Fernández vive uno de los momentos más plenos en su vida, y es que ha sabido encontrar el lado más positivo a la pandemia por coronavirus al acercarse a sus hijos, con quienes pasó el encierro en su casa de Puerto Vallarta, y seguir trabajando para ser la mejor versión de sí mismo. El Potrillo le abrió su casa y su corazón a María Torres, editora general de Quién, para sincerarse y compartir cuál ha sido uno de los momentos más difíciles en su vida, así como el arduo trabajo que está haciendo para superar uno de sus grandes problemas: la impaciencia.
Se acaba de casar mi niña, no fue nada fácil, es de los momentos más duros y difíciles que me han tocado afrontar, además es un bebé, está chiquita, tiene 22, pero bueno, hablé con ella y con él, les dije que se esperaran, ¿qué sentido tenía si estamos en época de Covid-19?, yo le quería hacer una súper fiesta… eso fue para ganar tiempo (risas) Un cambio radical
Al final El Potrillo tuvo que aceptar que Camila y su hoy esposo Francisco Barba tenían muy claro que querían casarse: ‘Estaba muy decidida, no había mucho qué decir y como soy un papá que siempre he tratado de manejarme con una muy buena relación, que me vean como un amigo y me cuenten las cosas, sin faltarme al respeto, siempre ha habido una buena comunicación y cuando vi que no cambiaban de opinión, aflojé el cuerpo… Pero sí hubiera sido hasta dentro de 10 años, habría sido igual (de difícil), se siente raro, parece que vas a perder a una hija, pero no, al contrario, ganas un hijo’, reveló Fernández.
Alejandro sorprendió al revelar que en el pasado fue un hombre que llegó a poner en riesgo su vida por lo ansioso que era. Sincero, contó que esa impaciencia generaba en él agresividad y un mal carácter que lo llevaban a tomar riesgos innecesarios. ‘Son muchas las cosas que he trabajado, pero sobre todo en la paciencia. Era impaciente y está muy bien cómo te cambia la vida cuando trabajas en cosas en las que traes problemas y cuando sientes que las superaste, te cambia el concepto’, compartió Fernández de su cambio.
Situaciones tan cotidianas como permanecer mucho tiempo sentado, ir al banco, manejar en el tráfico, generaban en Alejandro un malestar completo: ‘Era muy ansioso, muy desesperado, mala onda y me enojaba, hasta bélico me ponía. Llevo unos cinco años trabajando en eso y he cambiado mucho, cuando lo logras superar lo ves de afuera y piensas ‘Cómo me arriesgué’. ‘Hacía puras estupideces, hasta con golpes, no salía a buscar bronca, pero gritaba y hacía falta una chispa para cualquier cosa’, abundó Fernández, quien comentó que no va a terapia y ha logrado esta evolución gracias a su ‘autocontrol, respiraciones, me encomendaba a Dios y rezaba’. En esta honesta plática, El Potrillo compartió que es ferviente creyente de la Virgen de Guadalupe y que con un cuadro que tiene de ella, al lado de su cama, se desahoga: ‘Cuando lloraba y la pasaba mal, hablaba mucho con ella, he tenido muchos pasajes de los que me ha salvado, de muerte, y siempre le doy gracias’. Por el momento, Alejandro seguirá disfrutando de su amor por la arquitectura y su renovada paciencia en su casa, al lado de sus hijos, pero espera que a partir de abril de 2021 pueda retomar sus compromisos musicales para presentar oficialmente su más reciente álbum de música mexicana con el que ‘regresó a sus raíces’. Fernández no sabe si retomará la gira que debió comenzar en febrero de 2020, pero sí ofrecerá presentaciones en palenques porque, aceptó, que sí es ‘fiestero’, pero sólo los fines de semana y cuando trabaja, porque también se toma muy en serio descansar para cuidarse y sentirse y verse siempre joven.
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