En Coatzacoalcos, se arraigan violencia y miedo

 En Coatzacoalcos, se arraigan violencia y miedo
EL UNIVERSAL / EL TIEMPO

El saldo final de ese infierno fue de 32 muertos y una ciudad aterrorizada.

 A las 21:30 horas del 27 de agosto de 2019, la vida de la ciudad petrolera de Coatzacoalcos, Veracruz, quedó herida: un grupo armado ingresó al bar El Caballo Blanco, en la colonia Palma Sola, y ejecutó a clientes y empleados. Cuando algunos intentaron huir, los atacantes lanzaron bombas molotov y cerraron las salidas para incendiar el lugar.
Días después se supo que el saldo final de ese infierno fue de 32 muertos y una ciudad aterrorizada que quedó en medio de la disputa por el control de la plaza entre grupos rivales de la delincuencia organizada, que tienen como sello la quema de comercios y el ataque a bares. A un año de la masacre, cuando la violencia tocó su punto más alto, las noticias sangrientas no han dejado de publicarse en las páginas informativas del puerto, pese a que en las calles es normal ver a los marinos o a agentes de la Guardia Nacional, lo que se traduce en que los ciudadanos no se sienten seguros.
Antonia Gallegos, dueña de una refaccionaria en la colonia Palma Sola, en el centro de Coatzacolcos, a sólo unas cuadras del malogrado Caballo Blanco, dice que aunque la violencia aparentemente paró en los primeros dos meses de la contingencia sanitaria por la pandemia de Covid-19, la inseguridad se sigue sintiendo y se ha incrementado de manera paulatina, aun con la policía patrullando las calles.
"Después de esa masacre ya no se dio otra igual, aunque la inseguridad siguió. Casi todos los días se sabe de asaltos o extorsiones. Ahora los comercios los cerramos a las cinco de la tarde por la pandemia, eso quizás ayude", menciona en entrevista telefónica a EL UNIVERSAL.
Sobre el ataque al bar, Gallegos sólo sabe lo que se publica en los diarios locales y en redes sociales: que si en enero pasado se detuvo a un jefe operativo de plaza del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), responsable de la masacre; que si el gobierno otorgó apoyo a los familiares de las víctimas; que si sólo cuando el Presidente de la República recorre la zona se retoma el caso.
Las notas relacionadas con el atentado son las que tiene más presentes, aquellas que contaban sobre las 18 mujeres que laboraban en el lugar y murieron, desde bailarinas hasta afanadoras.

Vivir con miedo
Antonia dice que poco es lo que puede hacerse, sólo aprender a vivir con el miedo. Según la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del Inegi, hasta el primer trimestre de este año, 92.1% de los habitantes dijeron sentirse inseguros. Ese temor no desapareció en los siguientes meses, aun cuando la pandemia y las estadísticas de la Secretaría de Salud (Ssa) ocupaban las noticias.
De abril a junio, el sentimiento de inseguridad aumentó a 94.3% entre las personas encuestadas y mayores de 18 años de esta ciudad, llamada por el gobierno federal a ser uno de los dos polos del Corredor Interoceánico. Fue precisamente el deseo de detonar económicamente al sureste mexicano en la franja que une a Coatzacoalcos con el también petrolero puerto de Salina Cruz, Oaxaca, lo que llevó a que el 16 de julio se anunciara que la Guardia Nacional vigilará permanente ambos polos, así como el trayecto que los une. El problema es que en Coatzacoalcos ni eso los deja tranquilos.
Al otro extremo de la ciudad veracruzana, Arturo Bartolo, pequeño empresario, coincide con Antonia en que aquí se vive con miedo. Y, sobre todo, en la percepción de que lo único que ha frenado un poco la violencia ha sido el Covid-19.
"Ni la Guardia Nacional ni los marinos pararon la violencia, fue el virus el que la frenó un poco, pero fueron como dos o tres meses. Ahora que todo regresa poco a poco a la normalidad, también regresa la violencia.
"Hace como una semana apareció un colgado de un puente a las afueras de Coatzacoalcos. También se han dado algunos ejecutados, siguen cerrados muchos negocios por las extorsiones, todo sigue igual que antes", comenta el constructor.
No se equivoca. La violencia local sigue teniendo como principal objetivo a los bares. La noche del 9 de mayo, los DJ Armando Ricardo Medellín y su esposa, Michelle Velázquez, fueron asesinados mientras realizaban una transmisión en vivo a través de Facebook. Los responsables se dieron a la fuga.
La escena se repitió apenas este lunes, cuando un grupo armado irrumpió en un bar conocido como El Arrecife y asesinó a un hombre y a una mujer. Eran las 21:00 horas y los cuerpos de ambos, en calidad de desconocidos, yacían en una de las mesas. Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), entre el 1 de enero y el 31 de julio de este año, Coatzacoalcos suma 39 homicidios dolosos, 26 de ellos cometidos con arma de fuego. Además, registra tres secuestros y 29 denuncias por extorsión.

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