Carlos Zarate y el poder de sus puños…

Carlos Zarate y el poder de sus puños…

Agencias /El Tiempo

La historia de un grande que con sus puños tuvo al mundo a sus pies pero que el desorden motivado por el dinero y el llevar una vida licenciosa lo arrastró a perderlo todo.

¿Cuál habrá sido su mejor noche en el ring?

Zárate recuerda su victoria contra su compatriota Alfonso Zamora, en la famosa batalla de ‘Las Zetas’, como una de las más memorables de su carrera.

Hubo muchas, de primero ganar los Guantes de Oro a Eliseo Cosme, fue una pelea de alarido. Luego ganar mis primeras peleas por nocaut, y después de campeón me eché buenos nocauts con buenos peleadores. El que más me gustó fue el de Alfonso Zamora, porque fue una pelea muy esperada, la gente estaba al tanto de todo. Decían que ese día no había ni perros en la calle.

¿Qué sentía cuando noqueaba?

Era un placer hermoso, incomparable e indescriptible, es una emoción bonita. Creo que me emocionaba tanto como cuando en 1977 me nombraron el mejor campeón libra por libra, arriba de varios grandísimos. Esa vez me dieron el nombramiento y estaban ahí Muhammad Ali, Rubén Olivares, Alexis Argüello, Roberto Durán.

¿Cuál habrá sido la noche más difícil en el ring?

Hubo dos. Primero con Wilfredo Gómez, me dolió mucho porque fue la primera vez que perdí. Esa semana estuve muy enfermo, me dolían todos los huesos, y lo único que me dieron era jugo de naranja. Yo les decía que no iba a pelear, pero me dijeron que me iban a demandar por el doble de dinero que yo iba a cobrar. A esa pelea la verdad subí a perder, yo aguantaba, pero cuando me pegó el primero, se me doblaron las patillas. El peso lo había dado apenas, me metieron al sauna, luego a un carro con calefacción, me decepcioné mucho. Y luego con Lupe Pintor, fue una pelea cerrada y reconozco que él cerró fuerte, pero ya lo había tirado, lo había cortado. Total que le dieron la pelea y yo muy decepcionado.

De hecho, tras esa pelea se retiró unos años…

A los 29 años, me dediqué a andar con los amigos, las copas se convirtieron en botellas. Puse unos negocios, una fábrica de salas y una vinatería, pero fracasé por el modo de vida que llevaba. El tiempo no se detuvo y yo seguía gastando lo que se había ganado. Pero entonces le eché ganas para volver y volví a ir por el campeonato del mundo, pero ya mis mejores tiempos habían pasado.

¿Le tocaron las peleas más duras fuera del ring?

Yo me siento feliz con la vida de haber sido campeón mundial, pero en el boxeo ser campeón es un arma de dos filos. Yo era el campeón, uno se acostumbra a los aplausos, a la fama, pero no tenía los pies en la tierra, se vino todo abajo. Tuve un problema de impuestos, tenía que pagar 5 millones para evitar un problema legal, me vine para abajo. Un día me encontré a un amigo, me invitó a su cumpleaños, había artistas, toreros, gente de la policía. El departamento estaba lleno de humo, me pasó una pipa diciendo que me iba a sentir bien, la tomé y sentí que flotaba. Así conocí la droga, me agarró una adicción muy fuerte.

¿Y cómo libró de esa batalla?

Le debo mucho a mi mujer (Nelly Scott), porque a pesar de que los abandoné como 10 años, siempre me buscó y un día me encontró. Se me fue el alma al suelo, fue con mis hijos (Carlos Jesús y Carlos Alexis), sentí vergüenza de que me vieran así. Nelly me dijo que si yo había sido capaz de poner de pie a un país cuando subía al ring, también era capaz de salir de eso. Pedí ayuda a don José Sulaimán (presidente del Consejo Mundial de Boxeo), y me ayudó económicamente para internarme en un centro de rehabilitación que había buscado mi hermano. Estuve seis meses, fueron seis meses muy difíciles, fue horroroso, pero gané la pelea, y cuando salí, todo era precioso, me quedé asombrado de la vida.

¿Le gusta el boxeo actual, cómo lo ve?

Ha cambiado bastante. Se pusieron nuevas reglas, menos rounds, los guantes. Ahora con menos peleas se llega al campeonato, yo tuve que ganar 40 cuando ahora con 11 o 12 ya son campeones. Cambió la situación, pero sigue habiendo buenas peleas. Yo veo el boxeo ahora desde otra perspectiva, antes las peleas eran más fuertes y parejas, de más técnica, hoy hay más fuerza, velocidad. Me gusta, lo disfruto.

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