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[quote]Su memoria no le ayuda mucho pero sabe que tiene familia, la cual lo desprecia y lo echan a la calle cada vez que se acerca, por ello se ve obligado a vivir en la calle y subsistir de limosnas para comprar algo de comida[/quote]
GUADALUPE PÉREZ/REPORTERASe dice que lo más triste y lamentable que puede sufrir una persona es estar solo, aún más cuando no es por decisión propia sino por el abandono de quienes se suponen son tu familia y debieran ser tu refugio, situación que actualmente vive el señor Francisco Tovar Iracheta quién pasará la Navidad en soledad y en la calle.
Don Pancho, como dijo le gusta ser llamado, es un hombre de la tercera edad quién constantemente es visto deambulando por las calles de la zona Centro pidiendo algunas monedas, con aspecto sucio y desaliñado suele pararse en el primer cuadro de la localidad a cantar a cambio de unas monedas.
Dice tener su hogar en la colonia San José, en la calle José O. Domínguez y aunque dice que no recuerda a veces la calle, en ocasiones logra acordarse pero “como perrito echado”, su familia lo ignora y lo corre.
“Mi familia pasa a mi lado en la calle y me ignoran, hacen como que no me ven, a veces recuerdo como llegar a mi casa pero mi familia me rechaza y me corre, me dicen que me vaya y si me ven en la calle ni me miran, voltean la cara para no verme”, indicó.
Don Pancho dijo que no cuenta con hijos propios pero si tiene muchos sobrinos y estos lo ignoran, también dijo que él contaba con una pensión pero como suele olvidar cosas, no recuerda cómo es que la perdió, solamente sabe que un día ya no pudo cobrarla y para sobrevivir, para poder comprar comida se ha dedicado a pedir monedas en la calle, a veces canta aunque su garganta le duele pues los días y noches frías los pasa a la intemperie.
Don Pancho no pudo evitar llorar e hizo una pausa durante la entrevista concedida a El Tiempo, y tras tomar una bocanada de aire para controlar el sentimiento al contar su historia le generaba, continuó señalando que hay mucha gente de los negocios de comida, principalmente, los cuales le ayudan cuando no logra reunir suficiente dinero para comprar su comida.
“Ellos son buenos, cuando traigo poquitas monedas ellos me dan un taquito y luego cuando se hace noche me da miedito y me voy a buscar un rincón para dormir, a veces en unas tapias que hay cerquitas de acá, pero a veces no queda más que cualquier banqueta, y hace mucho frío en las noches, mucho frío y me duelen los huesos, mis dientes ya se me están cayendo y a veces duele, pero Diosito me cuida, él siempre me cuida”, expresó con su voz entre cortada.
Aunque dijo no recordar cuántos años tiene, comentó que cree tener unos 85 años pero no está seguro, también dijo que trae cargando una mochilita en la que guarda la comida que logra conseguir o comprar y un poco de latas que recoge para vender pero de las cuales no consigue mucho pues no puede cargar con muchas pues sus brazos y piernas le duelen.
Mencionó que solo recuerda que su casa se ubica en la colonia San José y aunque le gustaría pasar en familia la Navidad, no lo hará porque su familia no lo quieren, y ante constantes desprecios dijo sufrir por el desprecio de su familia.
“Yo quiero ir, si quiero pasar Navidad con ellos pero mi familia no me quiere, me echan como perrito a la calle, y duele, yo no quiero que digan cosas feas, cosas malas, yo deseo que estén bien, pero a mí no me quieren y si voy me corren, no quiero que me corran”, dijo mientras se limpiaba las lagrimas que corrían por sus mejillas.
Es de señalar que Don Pancho es uno de los muchos adultos mayores que no cuentan con un hogar, sufren del abandono por parte de sus familias y como único medio de sobrevivencia es limosnear por algunos pesos para poder comprar alimentos, duermen en las calles y encuentran en tapias o edificios abandonas un breve refugio.
