Agencias/El Tiempo
Un infierno que este miércoles congelaba hasta los huesos no bastó para que las llamas del averno consumieran a una víctima de una forma tan dolorosa que ni siquiera se le hubiera ocurrido a Dante al visitar el inframundo. Sí, estos son los momentos que se esperan y se anhelan cada seis meses cuando la Liguilla por fin llega.
La fiesta es más grande que nunca gracias a partidos como el que regalaron Toluca y Morelia en la ida de los Cuartos de Final del Apertura 2017. La escuadra michoacana ganaba 1-0 a los 90’… y lo terminó perdiendo por 2-1. Una voltereta de antología, de esas que se recordarán con el paso de los años y que, independientemente de quién sea el equipo que consiga el pase a Semifinales, representó un golpe durísimo para los purépechas.
Morelia abrió el marcador a los 66′ con un penal que parecía ser de procedencia celestial en el mismísimo infierno del Estadio Nemesio Diez. Rodrigo Salinas metía la mano en el área y Raúl Ruidíaz se encargaba de cobrar bien la pena máxima para adelantar a su escuadra.
Fernando Uribe logró el empate en el encuentro a los 90′ con un excelso tiro cruzado que clareó a la defensa michoacana y al portero Sebastián Sosa. Instantes después, Pablo Barrientos sacaba un fuerte impacto que acabó desviado por la zaga para descansar en paz en las redes. Era la sepultura para los michoacanos, justo cuando parecía que los dirigidos por Roberto Hernández bajaban más los grados centígrados en la capital del Estado de México.
Y ese fue quizás el gran problema de Morelia en el partido. Después de sobrevivir a un primer tiempo de mucho (demasiado) estudio, Monarcas poco a poco cerró espacios en el complemento para anular el juego de los dirigidos por Hernán Cristante, quienes siempre tuvieron las llegadas de peligro. Ya después de la anotación, Morelia bajó la temperatura, tanto que también acabó congelando sus aspiraciones.
Quizás no con mucho talento, pero los escarlatas supieron al menos evitar una tragedia para su causa y llegar a unos minutos finales tan escandalosamente dramáticos como memorables. Fueron apenas instantes desde que Uribe igualara los cartones, pero para Morelia parecía que corrían lustros entre cada segundo. Fue un vendaval rojo que parecía consumir todo a su paso, como si la “voltereta” fuera el nombre de uno de los infiernos en la Divina Comedia: nada ni nadie iba a impedir que el Toluca saliera con la ventaja en los instantes finales.
