Piden auxilio a AA alumnos del Cecytec
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El ‘Grupo Sendero’ cuenta con integrantes diversos, hombres y mujeres de todos los estratos sociales que se refugiaron en el alcohol y ahora los están ahogando
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AZUCENA TENORIO/REPORTERA
El alcoholismo es una enfermedad que desconoce sexo, edad y posición social; ataca por igual y en la mayoría de los casos tiene consecuencias desastrosas que no sólo afectan a la persona, sino a todo el que la rodea.
El ‘Grupo Sendero’ de Alcohólicos Anónimos tiene tres años ayudando a las personas de todas las edades y clases sociales a salir de esta enfermedad. En estos momentos cuenta con tres personas nuevas, dos menores de edad y un adulto, quienes tienen menos de tres meses rehabilitándose.
Disminuyó el número porque otros cuatro integrantes eran de otras ciudades, regresaron para rehabilitarse o al menos eso esperan los encargados. Hay dos jóvenes de 17 años que acudieron por su propia voluntad cuando el ‘Grupo Sendero’ acudió al CECYTEC ubicado en la Obrera Sur, tienen solamente una semana.
También hay dos integrantes mujeres, una de ella menor de edad que después de la muerte de su madre buscó la puerta falsa del alcohol. La otra tiene más de 24 años y lleva asistiendo todas las tardes al grupo desde hace tres años.
El grupo cuenta con integrantes diversos, mujeres y hombres, la enfermedad ataca a todos sin distinguir las clases sociales o edad. Abogados, arquitectos, cristianos, Padres, Policías, mamás y más, han pisado sus instalaciones durante los tres años en que ha existido el ‘Grupo Sendero’.
“La razón principal que los lleva a la bebida es como viven en su hogar y las compañías tienen mucho que ver, más que nada es una enfermedad mental e incurable, progresiva y mortal. Muchas veces no alcanzan a ver la magnitud del problema o no saben como salir de él, hasta que pasa algo trágico es cuando reaccionan, pero no en todos los casos”, dijo el guía.
En la mayoría de los casos son las familia quienes llevan a la persona a rehabilitarse, la persona debe durar un año con el grupo para que tenga buena base y pueda enfrentarse a la sociedad. Lamentablemente, es la misma familia, esposa o novia quien lo saca antes porque lo extrañan y cuando está en casa se empieza a descontrolar y les pegan, al final lo regresan porque viven un ‘infierno’.
Para que los integrantes no se sientan encerrados y quieran irse, se dejan las puertas abiertas y los hacen sentirse cómodos, queridos y seguros. También se tienen guardias de seis horas cada uno donde se procura tener dos pláticas de 5 a 10 minutos.
Ahí mismo se les da ropa, comida, calzado y si desean pueden fumar se les da luz verde, algunos se quedan tres meses, seis y hasta un año. Dependiendo de cómo vayan evolucionando, los dejan irse para que puedan rehacer su vida.
“Los que se van antes del año es de ley que recaigan en la bebida y la mayoría de los casos no tienen vuelta atrás, por eso se les pide a los familiares dejarlos el tiempo necesario anexados. Algunos piden una segunda oportunidad y se les otorga, pero no hay una tercera, se les dice desde un principio para que conozcan las consecuencias”.
La situación es difícil para los que sufren de esta enfermedad, pero lo es aún más para los que tienden a drogarse, pues al no hacerles efecto el alcohol buscan otra forma de alejarse de la realidad, como resistol, thiner y sarolo.
Al mezclar el alcohol con drogas se produce un choque que los lleva a las lagunas mentales, es donde se cometen todos los actos ilícitos como agredir o matar a un tercero, incluso llegar a matarse. Caso como el padre que aventó a su hijo contra la pared, estuvo poco tiempo anexado en el ‘Grupo Sendero’.
En el caso de Felipe G. de 62 años, un accidente automovilístico junto a su hijo lo llevó a rehabilitarse hace 22 años, el menor tenía 13 años cuando acompañaba a su padre quien se encontraba alcoholizado. Pensar en que pudo perder a su hijo y ganar el odio de su esposa hizo que decidiera rehabilitarse, desde entonces no ha probado una gota de alcohol.
Trabajó durante más de 20 años en la planta 2 de Altos Hornos de México, muchas veces llegó ebrio o compraba cerveza que dejaba en el comedor, pero se llevaba una botella en un guante de seguridad y tomaba mientras trabajaba vaciando acero.
“Traía mucho sufrimiento acumulado, cuando estaba en el trabajo le pedía de rodillas a la imagen de la Virgen que me ayudara porque no sabía como salir. Me sentía muy mal, tenía una sensación de ansiedad y por eso mismo seguía tomando hasta que tuve el accidente”, dijo.
Siendo el mayor de sus 15 hermanos, recibió muchos regaños y golpes con cualquier objeto por parte de sus padres, los dos tomaban y fumaban. Además del daño físico, sufría porque se sentía el niño más pobre de la colonia Barrera, aún no entendía porque su familia era tan pobre.
Cuando creció, probó la cerveza en un plato junto a sus amigos y notó el cambio que le daba el estar ebrio, ya no era tan retraído, contaba chistes y platicaba mucho. Tomar lo hacía un adolescente menos pobre, mejor vestido, más guapo.
Ya con su familia hecha, siguió resintiendo su infancia y el tener que proporcionar dinero hizo que respondiera mal a su esposa, jamás llegó a hacerle daño ni a sus hijos, pero psicológicamente sí, le tenían miedo.
Ahora las cosas son diferentes, sus hijos le tienen mucho respeto por haber luchado contra el alcoholismo, recuperó a su esposa y sigue ayudando a más personas a rehabilitarse. Pide a la ciudadanía, se comunique a este número 6-34-65-48 si conocen a alguna persona que quiera rehabilitarse o bien, ellos mismos deseen hacerlo.
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