A 31 años del sismo

A 31 años del sismo
Agencias/El Tiempo

CIUDAD DE MÉXICO.- El 19 de septiembre de 1985 un día como el de ayer (2016), es una fecha que quedó marcada en la memoria de todos los mexicanos. Ese día los habitantes de la Ciudad de México sufrieron uno de sus días más negros: minutos después de las 7:00 de la mañana un terremoto de magnitud 8.1 grados sacudió la capital del país; el saldo fue de más de 10 mil fallecidos.

La cifra fatal crecía, ante lo que el máximo recinto beisbolero, el Parque del Seguro Social, fue adaptado para recibir los cuerpos.

El número 462 de la esquina de avenida Cuauhtémoc y Río la Piedad dejó de recibir a aficionados que gustaban de ver a los Diablos Rojos del México y a los Tigres capitalinos; los siguientes 15 días lo único que entraba en el diamante eran los cuerpos de las víctimas y personas que buscaban a sus familiares o amigos.

En su libro ‘Nada, nadie: las voces del temblor’, Elena Poniatowska relató lo que se vivía en aquella gran morgue:

“Llegamos al parque de beisbol del Seguro Social en Cuauhtémoc y Obrero Mundial, al que conocen como el Parque Delta, y se me cerró la garganta de la impresión. Empezamos a bajar de la combi todo el material, el formol, los tambos de desinfectante, los fumigadores. Entonces vi el estadio. Era como si estuviera en el centro de un espectáculo pero sin espectadores porque todas las gradas estaban vacías, el centro de la arena iluminado y los actores abajo, a la mitad del foro, muertos”.

Los cuerpos que llegaban a la Catedral del Beisbol eran trasladados en camionetas, camiones, autos particulares e incluso a pie. La gente hizo filas afuera del Parque del Seguro Social en busca de sus seres queridos.

Los 26 juegos completos de Jesús ‘Chito’ Ríos marcados en aquella temporada de 1985 fueron borrados, en su lugar quedaron el espacio ocupado por los féretros, el olor a formol y el llanto que resonaba por las paredes del recinto.

En los montículos la gente se encargaba de catalogar a los cuerpos en identificados, no identificados y restos. “En el Parque del Seguro Social se instalan tres carpas (“Cuerpos identificados”, “cuerpos no identificados”, “Restos”). Los parientes o amigos atraviesan el cordón sanitario, y son objeto de una fumigación que les permite acercarse a los cuerpos. Se les ve cansado, tristísimo, con ocasionales destellos de esperanza. Los no identificados van a la fosa común […] El olor se percibe a tres cuadras. Casi nadie reprime el llanto y las náuseas”, se lee en la obra “No sin nosotros” de Carlos Monsiváis.

El personal que trabajaba en el mantenimiento del estadio para recibir día con día los encuentros de las novenas escarlatas y felinas modificaron sus obligaciones aquel jueves, ahora eran quienes debían de poner a las víctimas en bolsas con hielo para que no se descompusieran, fumigaron el área donde se encontraban los cuerpos y crearon cercos de sanidad para la gente que acudía al estadio.

Fueron 15 días donde llegaban cuerpos que habían sido encontrados entre los escombros, aunque no se tiene una cifra estimada de las defunciones que hubo aquel mes de septiembre, la gente que entró a lo que ahora es un centro comercial recuerda olor de descomposición de los miles de cuerpos en las cercanías; algunas de las víctimas fueron mandadas a la fosa común tras no haber sido reclamados.

Hoy el Parque del Seguro Social desapareció para darle lugar a un centro comercial, Parque Delta, pero para algunos ese espacio quedó marcado por lo ocurrido hace 31 años.

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